jueves, 30 de octubre de 2008

La ropa de otoño...


Hoy tenía la cabeza llena de recuerdos contigo, y tonta de mí, creí que podría huir de ellos. De modo que después de desayunar me he propuesto hacer algo productivo, y me he puesto a cambiar la ropa de verano por la de otoño, ahora que la ola de frío ha llegado. Y ahí estaba yo, subida en la escalera bajando cajas como una loca y apilándolas en un lado del cuarto. Cuando ya las tenía todas, he vaciado la primera sobre la cama dispuesta a llenarla con los bikinis, que seguro seguro no voy a necesitar más. Entonces, he cogido el primer bikini, uno nuevo que nunca me has visto puesto, y he comenzado a llorar, de pensar que el verano definitivamente se ha ido, y no has vuelto.

No has vuelto para verme aquel bikini, ni toda la ropa morada que me he comprado, ni las manoletinas azules que me regalaron las niñas por mi cumpleaños... no conoces la mitad de mi armario.

La otra mitad, la he apretado contra el pecho antes de meterla en la caja, porque en algún momento me la había puesto para quedar contigo y me habrías dicho lo bien que me quedaba o la habrías criticado, depende del día y de las ganas de jugar que tuvieras. Y luego he encontrado aquella sudadera blanca que compramos nuestro primer verano juntos, cuando yo solo queria complacerte y casi parecía Britney Spears vistiendo de chándal y con mis dos coletas rubias... claro que con 17 años no se puede pedir mucho más... Aunque a ti te encantara y teniendo 22 me repitieras una y otra vez que debía ponerme más a menudo las sudaderas. Por eso cuando venías a casa intentaba ponérmelas, aunque la sudadera fuera roja y mi pijama rosa... Y cuando quería darte una sorpresa bajaba al coche donde me esperabas llevando una puesta, y entonces, en lugar de ver que te gusta un tipo de chica que no era como yo, veía que podía gustarte incluso más si me lo proponía. Porque tú me hacías ser optimista. O estaba ciega... no lo tengo muy claro...

Hoy he cerrado el verano. Un verano sin ti. Con la mitad de las cosas recordándome tu ausencia y la otra mitad subrayando los casi 4 meses que hace que te fuiste. Y he abierto un otoño, con toda la ropa oliendo a la Mimi enamorada del año pasado. Tanto que casi tengo miedo de ponermela por no quitarle esa ilusión de entre las fibras, esa inocencia. No tengo fuerzas para presentarles una vida sin él. No puedo pasearlas por donde fui con el, y hacerlo a solas, con las dos manos libres y el corazón tan pesado. No puedo.

Y he pasado así el día entero, pensando qué haré con mi armario y cuánto dinero necesitaré para recuperar la mitad de mi lencería que ya no uso y la ropa de invierno que intuyo que no seré capaz de llevar. Así hasta que en el coche de vuelta al trabajo, a las diez y media de la noche, mi madre me ha dicho que tiene que acordarse de mi porque cinco años no pasan en valde. Porque me preguntó por mi alianza la última vez que nos vimos y me preguntó por el Mesenger pq había estado en su pueblo cuando podía haberlo pasado por alto y no haberme hablado. Porque en el fondo se que esta decision la ha tomado con la cabeza, por lo que su corazón, igual, en el fondo, sigue siendo un poco mío. Ay!! Un poco mío... mi niño... ya verás... voy a recuperarme... voy a aprender a vivir sin ti... para vivir contigo... aunque suene contradictorio...

Te quiero, hoy y siempre. CONTIGO

miércoles, 29 de octubre de 2008

Merece la pena


Hoy he tenido un día difícil y he abierto el ordenador dispuesta a contaros que he estado donde me dejó y que casi me muero... Pero al leer vuestros comentarios, y el nuevo blog de Gema, he pensado que por hoy voy a darme una tregua. No todo esto es dolor. Yo misma sonrio a lo largo del día más de una vez al recordar cómo era antes mi vida.

Por eso he querido poner aqui esa cara bonita del amor, aun cuando no es posible "por ahora", se supone que no es correspondido, o se espera que el otro vuelva a tu lado....

Es una conversación de la serie Dawson Crece, para quienes no la conozcais creo que lo entendereis sin explicaciones... Porque el amor puede ser maravilloso... Para que no olvidemos por qué lo estamos pasando mal... Pq duele pero merece la pena...
- Si lo vas a hacer porque yo...
- Pacey, voy a hacerlo porque ayer cargaste con mi bolsa desde el autobús, voy a hacerlo porque cuando vamos al cine tú vas a comprar las palomitas y me traes una servilleta para que no me limpie las manos en los vaqueros y porque la semana pasada cuando jugábamos al mini-golf diste los primeros pasos para que me aprendiese el recorrido...
- Bueno eso...
- Tú me enseñaste a conducir y en el baile de fin de curso sabías que el brazalete que llevaba era de mi madre. - (le desabrochan la camisa lentamente)- Tú me besaste primero y la segunda vez contaste hasta diez mentalmente antes de volverlo a hacer por si yo quería impedirlo. Me compraste una pared. - (le quita la camisa y le besa las manos)
- No te la compré, más bien...
- Estuvimos en un barco tres meses y te diste cuenta de que no estaba preparada. - (le quita suavemente la camiseta que cae al suelo)- ¿Vas a preguntarme si ahora lo estoy? Pacey; voy a contar hasta diez y cuando acabe voy a empezar a besarte y si no quieres que lo haga tendrás que impedirlo. - (le pasa su mano por el torso mientras cuenta mentalmente)- Diez

martes, 28 de octubre de 2008

No sé vivir sin ti


Hoy es un día de esos en los que te planteas para qué vivir así, viendo pasar los días y haciendo cosas insulsas. Es cierto que ya no lucho por sobrevivir, lo que me deja más tiempo libre y algo más de ánimo, aunque sólo un poco más, sin embargo, sigo sin encontrarle sentido a esta extraña existencia.

El mismo día de mi cumpleaños, hace dos meses y medio, fue el primer día que me atreví a pronunciar en voz alta los pensamientos que llevaba días dando vueltas en mi cabeza: no había motivos para seguir viviendo. Mi novio se había ido, y se había llevado con el mi alegría y mi amor por la vida. Yo, a las que todos comparan siempre con Campanilla, había perdido todo el polvo mágico y ya no sabía volar. Y vivir en la tierra no merece la pena, no puedo ser como el resto de los mortales, no sé conformarme con eso.

Y eso me pasa hoy, que no se conformarme con comprarle cositas a mi gata, hacerle caricias, hablar con mis amigos por el mesenger, comer con mis compañeras de trabajo y ver una buena película en la tele. Hoy tengo ganas de ti. Quiero que me beses, que me abraces, que te pasees conmigo por el centro y que me digas que me quieres. No puedo vivir con menos. No se pasar los días así. No sé dar gracias al cielo por no sentir la angustia de antes en el pecho ni por poder medio dormir. No sé apreciar que los días cada vez son menos pesados y que casi puedo sonreir. Yo quiero vivir mi vida o nada. Este juego no me gusta. No soy de medias tintas. No me conformo. Hoy, como siempre aunque más que nunca, NO SÉ VIVIR SIN TI...

lunes, 27 de octubre de 2008

Maldito destino...


El destino es caprichoso. Hoy, un día normal para cualquier persona, ha resultado ser una batalla continua para mí, aunque acabe de llegar de Madrid y casi me creyera algo más recuperada.Todo depende del cristal con el que se mire. Con el fondo con el que se afronte la realidad.

Estando en Madrid una amiga me escribio para preguntarme cómo me iba por la capital, y aunque le dije que bien, no pude evitar decirle que todo me recordaba a él y que eso me ponía triste y no me dejaba integrarme en el grupo. Sin embargo, al despedirme de mis amigos ayer, sentí que había sido feliz aquel fin de semana. Dos verdades para una sola realidad. Aunque la gran mayoría no pueda comprenderme.

No hay mejor ejemplo para esta relación que la lucha que mantengo con mi reloj, que fue mi regalo de aniversario en una habitación verde que hacía esquina en una calle del barrio de Montmartre en París un precioso 26 de abril, hace sólo 6 meses y un día. Yo entonces estaba a medio vestir, pero la ilusión no me dejaba esperar, de modo que se senté en la cama con mi chaleco y unas braguitas negras frente al escritorio, donde tenía apoyada mi novio su mochila, y de la que sacó una bolsa negra de Festina. Hay días que consigo mirar la hora y ver sólo eso, unas agujas marcando números. Sin embargo, otros días veo aquella habitación, y siento los nervios en el estómago y el frío en las piernas. Y noto la textura del edredón y la tenue luz, aunque este de pie y haga 40 grados. En esos momentos, le veo frente a mí, y los ojos se me humeden porque esto no es un sueño, sino que realmente le he perdido... a él y a mí...

Cualquier cosa puede ser un arma de doble filo. Hoy han sido los doritos.Normalmente, nosotros nunca comprábamos doritos, sino nachos, que han sido completamente prohibidos en mi casa hasta nuevo aviso, auque hay días que pienso que será para siempre porque no creo que yo pueda preparar nachos con queso sin mi niño... y casi parece imposible que vuelva... y yo me muero sin él... y entonces no hay remedio...Por eso hay solo doritos en casa, porque representan ningun peligro. O eso pensaba yo, porque esta mañana me ha dado la gula, y he ido a buscarlos a la cocina. Al abrir la bolsa he pensado que eran demasiado secos y he sentido en el paladar el sabor de la salsa de tomate que acompaña a las dippas. En ese momento he dejado de tener frente a mí el armario de la cocina y ha aparecido su coche, una noche en la iba de copiloto preparándole doritos mojados en aquella salsa. Era un viaje largo, y él estaba cansado, por eso bajamos en una gasolinera a comprar una cocacola. Resulta que habíamos quedado en Cádiz, me había recogido de la estación y habíamos ido a comprar comida antes de ir a su casa en la playa, para pasar un finde inolvidable. Pero al llegar a la casa, mi niño se dio cuenta de que no llevaba las llaves y tuvimos que volver a la ciudad. La noche había caido, y mi nene andaba malhumorado por el olvido, mientras que yo le sonreía y trataba de animarlo. Y hoy me he planteado si todo el mundo habría reaccionado como yo, o se habría molestado por el viaje en valde y el poco cuidado que demostraba su novio. Entonces, con esos pensamientos, el coche desapareció de mi vista, y la carretera oscura, y el peso de los doritos y la salsa... y mi niño de mi lado izquierdo... y me quedé sola y hundida frente al armario de la cocina.

Miré los doritos, que tantas veces he comido desde que me dejó sin que me recordaran a nada, y fui coger uno, cuando la textura en mis manos me dio arcadas y los solté como quien deja caer una sartén con el mango hirviendo. Y ya no he comido. Tenía el estómago del revés o peor aún. Y ahora, mientras escribo esto, he dejado de verme mentalmente en el numerito de esta mañana y hemos aparecido los dos en el cine comprando nachos a la entrada. A mi niño le encantaban los nachos que preparaban allí... los que conoció en Bruselas cuando vino a verme estando de erasmus.. y no tendría pq acordarme de eso ahora, cuando estoy hablando de Doritos y de la playa... y es que hoy tengo el destino en mi contra... y no pued con los recuerdos... no puedo pq me recuerdan que igual no vuelves... y si no vuelves... no sé qué será de mí...

domingo, 26 de octubre de 2008

Sí, si Madrid...

He pasado el fin de semana en Madrid con unos amigos, tratando de disfrutar de la vida aunque no estés a mi lado. Y he podido sonreir de nuevo al descubrir a alguna de las niñas mirandome de reojo para vigilar cómo estoy. Incluso he sentido aliviada la carga que llevo en el corazón cuando me han abrazado, muy fuerte, como si con ello quisieran consolarme en lo más profundo del alma. Y me han comido a besos hasta que se me han humedecido los ojos, porque aunque yo siempre haya dicho que soy más arisca que un gato, necesitaba que me quisieran en demasía este finde. Me he cansado de lamerme las heridas sola. Por mucho que me cueste reconocerlo, yo, que siempre he presumido de ser autosuficiente e independiente, tengo unos arañazos en el corazón que no soy capaz de curarme sola.
Y ya estoy de nuevo en casa, aunque no de la misma manera que hace tres días. Ahora tengo algo de la ilusión y la alegría de la Mimi de antes, que me permite ser más optimista y sonreir a ratos. Aunque no estés conectado, no te importe si estoy en Madrid o Sevilla, no sepas que he salido las dos noches en minifalda, no me hayas llamado mil veces al día como en la última visita que hice con ellos a la capital... Aunque no te tenga de ninguna manera, ni un poquito mínimo, ni una mijita... Yo que te he tenido todito para mí....

He paseado tres días por donde fuimos nosotros hace cuatro años, en nuestro primer viaje juntos. Por eso me quedaba a ratos mirando al vacío, porque si me esforzaba casi podía vernos paseando por allí, y me reconfortaba porque te sientía cerca, aunque fuera en mi imaginación. Y me senté en un banco frente al Prado, bajo el sol del mediodía para escuchar llorar a un violín mientras miraba el edificio. Y levante la vista y le susurré al cielo que te quería.

Ultimamente no puedo evitar hacerlo cuando algo me recuerda a ti. Lo hago bajito, casi sin mover los labios, porque me sale de tan adentro que de decirlo con más fuerza me quedaría vacía. Y me sale la sonrisa de pensar que recibirás mi mensaje, porque por muy lejos que te vayas siempre estarás bajo el mismo cielo que yo. Por eso hoy no voy a decirte aquí que te quiero, sino que voy a elegir a una estrella y voy a contárselo a ella, a ver si le conmueve ver a una loca enamorada que sólo puede contarle al cielo su pena y te hace llegar el mensaje.

jueves, 23 de octubre de 2008

Miedo, tengo miedo...


Miedo,

tengo miedo,

Miedo de quererte,

Miedo,

tengo miedo,

Miedo de perderte,

Sueño, noche y día,

Que sin ti me quedo

Tengo vida mía

Miedo,

ay… mucho miedo.


Llevo algún tiempo teorizando a cerca del miedo en mi cabeza. Creo que lo que entendía por miedo antes ya no es lo mismo que ahora, aunque tengo que reconocer que no me sorprende el cambio. Ya no sostengo casi ninguna de mis afirmaciones que antes defendía y he tenido que retractarme en la mayoría de mis creencias más profundas. Una a una. Con todo el dolor de mi corazón, porque con cada rectificación he dejado atrás la inocencia y el amor ciego de la Mimi de principios de año, pero me han pasado demasiadas cosas como para seguir pensando igual. O mejor dicho, lo único que me ha pasado me ha marcado demasiado como para seguir pensando igual.

Ya no creo que la verdad se lea en una mirada. No creo que se pueda estar segura nunca del amor de nadie. Aunque creas que conoces cada fibra de su cuerpo, cada pequeño pensamiento suyo, cada gesto, cada mirada, cada palabra y cada silencio. Aunque creas que esa persona es tan parte de ti que puedes sentir en tu pecho lo que le ocurre, hay que mantener los pies en el suelo. Y me pregunto si seré desconfiada el resto de mi vida o vendrá quien consiga hacerme olvidar este miedo que tengo, fruto del enfado que sostengo con el amor, que me ha engañado. Me hizo creer lo que no era y me prometió lo que luego me ha arrebatado cruelmente entre los dedos mientras dormía. Y tengo miedo de que nunca vaya a poder descansar y vaya a tener que pasar el resto de mi vida vigilante, desconfiada del amor que me prometan.

Me repiten continuamente que esto se pasa una vez en la vida, porque sólo se comete el error de querer a otra persona más que a ti misma una vez, porque luego "aprendes a relativizar" las cosas. O lo que es lo mismo, ya no te entregas igual porque tienes miedo de que sea para nada, de que se marche y te deje vacía como la otra vez. Aunque no sé si es mejor vivir el momento y pasar el duelo si te toca pasarlo, porque salir con alguien y no apostar por que esa relación es para siempre a mi me parece contradictorio. Será que realmente estoy loca, y no me extraña, porque hay que estarlo para confiar en que volverá, y que comprenderá que no va a encontrar a nadie que le quiera como le quiero yo, aunque tengamos 23 años y toda la vida por delante. Porque le quiero desde antes de ser quien soy, cuando sólo era una niña de 17 años y me ponía los pantalones rosas y las dos coletas en el pelo. Desde entonces y hasta hoy es como si mi vida estuvirera hecha de él y para él, así como la suya estaba hecha de mí y para mí. Y tengo miedo de que confíe en la posibilidad de que haya otra chica que pueda ocupar mi puesto y hacerle más feliz. Y vivo con muchos miedos que se presentan en sueños para no dejarme dormir y durante el día para no dejarme vivir. Y así paso las semanas, deshojando la margarita por si esta vez la suerte quiere ponerse de mi lado y me devuelve su amor, que es lo único que pido en esta vida, porque de lo demás ya me encargo yo. Prometo cuidar la relación cada día, con el esmero, el cariño y la dedicación de siempre multiplicada por dos, porque ya he aprendido la lección. Le he visto las orejas al lobo, he comprendido lo que quiero y se valorarlo, devuelvemelo y te lo demuestro... por favor...

martes, 21 de octubre de 2008

Abandono,,, ni contigo ni sin ti...


Hoy oficialmente abandono. He estado estas últimas semanas intentándolo con todas mis fuerzas pero hoy ya no puedo más. Estoy harta de fingir que todo va bien de puertas para afuera. Estoy harta de lucir la media sonrisa cuando los chicos me preguntan cómo estoy o si lo he superado. Lo hago porque tengo que reconocer que dos de ellos me parecen monos, incluso puede que el que he conocido hoy tb me lo parezca, y cuando juego a creerme que lo he superado con ellos me siento bien. Al menos me siento mejor, que no es poco.

En esos ratos, vuelvo a sentirme bien conmigo misma y pienso que igual, quizas, puede o podría ser, que remotamente esto tuviese salida. Pero entonces les miro y no son mi niño. No tienen su sonrisa, ni me miran igual, ni tienen su carácter ni nada. Se convierten en nadie y yo me siento asqueada de estar sentada a su lado, imaginando que igual, quizas, puede o podría ser, que remotamente pudiese tener algo con ellos. La última persona que besó mis labios fue él, y tengo que renocer que no es algo que me haya costado especialmente, ya que ni estando borracha he tenido la más mínima tentación o duda. Yo sólo quiero estar con mi niño, si no es con él no quiero saber de nadie más. No quiero!

Hoy he estado en el pueblo de su madre, donde una vez fuimos a una comunión. Y he pasado por el lugar donde aparcamos el coche, y casi he podido sentir el sol de mayo acariciando mi traje de flores y su chaqueta azul. Ese día me presentó a toda su familia, y lo hacía con una sonrisa de orgullo en la cara. Luego, me llevó a desayunar un mollete. A mi niño le encantaban los molletes... Y hoy no he podido evitarlo... lo reconozco... hoy le he escrito un sms. Y no me ha respondido...


Y no sé qué será de mí si no quiero estar con otros y él pasa de mí... no sé....

domingo, 19 de octubre de 2008

Mañana será otro día...


No pasa un día sin que me acuerde de ti, incluso creo que no pasa una mañana o una tarde entera. Sería demasiado tiempo, así que el destino siempre se las apaña para que surja algo. A veces alguien se llama como tú, otras echo de menos tu alianza en mi dedo o el reloj de mi muñeca me recuerda a ti, y en algunos momentos directamente te quedas haciéndome daño en el corazón, marcando tu presencia a rojo vivo en cada pequeño detalle.Eso pasa hoy.

Hoy todo eres tú. Desde el peluche con el que despierto hasta el contacto de la lista en el mesenger con quien llevo dos horas esperando hablar, y que será en parte culpable de que mañana llegue tarde al trabajo, porque estaré cansada de acostarme tarde y de no haber descansado durante el sueño.
Siempre me pasa igual. Cuando tengo un día de estos, que de tener que ponerle un color sería rojo, paso la noche entera pensando en ti, que no es lo mismo que dormir ni que soñar. O al menos eso pienso yo, porque no creo que repetir en la cabeza miles de diferentes situaciones en las que me dejas sea dormir. Podría ser soñar, pero para eso tendría que ser algo agradable, porque es una palabra demasiado bonita para traer tanto dolor. Y pesadillas propiamente dichas tampoco creo que sean... De modo que una vez más no hay palabras que definan lo que me pasa. Desde que me dejaste he descubierto que el diccionario es "parco en palabras", aunque suene contradictorio.

Ahora resulta que eres mi ex, pero yo no lo siento así. Mi ex es aquel novio que tuve con 17 años, con quien salí 8 meses y del que ya no estaba enamorada cuando corté con él. Para ser un ex tienes que ser parte del pasado, y tú dueles hoy, y mucho.

Sin embargo, tampoco somos amigos, y dudo mucho que podamos serlo en algún futuro, porque no soportaría hablarte sabiéndote con otra. Y puede que mi psicóloga diga que eso es porque soy posesiva, pero la verdad es que más bien se debe a que soy humana. Estoy enamorada de alguien con quien he salido cinco años y que un día, sin avisar, me dejó después de pasar un día que él mismo dijo que había sido "maravilloso". Sin peleas, discusiones, desenamoramientos ni nada. Simplemente porque ahora nos tocaba vivir un año y medio separados y no se veía viviendo conmigo a la vuelta, tal y como yo le propuse. Y yo con ese argumento no puedo cerrar capítulo. Es como cuando Asley le dice a Escarlata en "Lo que el viento se llevó" que la quería, que no podía evitarlo por su vitalidad y fuerza, pero que se casaba con Melania, que era más como él. Eso justo me dijo a mí X, que no se veía viviendo conmigo porque no compartíamos los mismos ocios. Pero, ¿y todo lo demás? ¿Creerá que todo será tan maravilloso con cualquier otra chica? ¿Volverá cuando vea que no es así?

Y entro en esta espiral de la que nunca encuentro la salida. Y ese día todo me recuerda a él. Camino pensando en nuestra ruptura y en cómo solucionarlo, todos con los que me encuentro son amigos suyos o se llaman como él, aquellos lugares que visitamos se pasean ante mis ojos o mi memoria y la vida me duele tanto que quisiera dejarla aparcada y recogerla más tarde. Y eso voy a hacer hoy. Ya está bien. Ya he aguantado suficiente. Mañana será otro día.

jueves, 16 de octubre de 2008

¿Quien eres tú?

Hoy me he encontrado con dos personas que no sabían nada de nuestra ruptura, y con otra que sólo sabe que X me dejó hace tres meses y lo mal que estaba al principio. Todos ellos me han preguntado cómo estaba y yo les he respondido que bien. Incluso me he atrevido a bromear con ellos, tanto que al llegar a casa me dolía el corazón de sonreir intentando sacarle la cara alegre a la vida. He llegado derrotada y sin hambre a mi cuarto y me he acostado. Directamente. Y es que cuando la realidad me alcanza no sé cómo seguir viviendo, porque no sé quién soy sin él.

Conozco bien a la Miriam de principio de verano, pero no sé quién soy hoy. Unos días tristes, a ratos animada y confiada, en otros momentos hundida y desesperada... Al perderle, me he perdido a mí misma, o a la que era entonces, al menos.

Mi psicóloga dice que toda persona tras una ruptura es como un frasco de perfume vacío, y que para superarlo tiene que crear su propia fragancia. Yo, sin embargo, haré el perfume a ratos de mala gana y mirando de reojo el pasado, aunque todos me riñan por ello y tenga que luchar contra viento y marea. En otros momentos, lo haré encantada de pensar que tengo que hacerlo por si vuelve a mi lado.

Y es que a mi corazón no le gusta esta nueva Mimi y se pelea a diario con mi cabeza.... y entonces, como leía ayer en un blog amigo, y adaptando la frase a la situación, mi corazón reconoce lo bien que me encuentro ahora respecto al principio, pero no se conforma porque siempre recuerda lo feliz que era antes... "Ya, puede que tengas razón, pero es que tú no sabes lo que he tenido" decía su frase...

Es como cuando Alicia conoce el País de las Maravillas, y deja de ser como era antes. Porque Alicia no puede ser la misma en un mundo mágico que leyendo sola bajo la sombra del árbol del principio. Pero el País de las Maravillas tiene fecha de caducidad y no quiero imaginar la desesperación de la pequeña cuando vuelve a verse con la única compañía de su hermana y aquella niñera repelente...


En el Capítulo V, la Oruga pregunta a Alicia:
-Quién eres tú?

Y la niña responde:
Yo... Yo... no ssé muy bien, señor, ahora ... Por lo menos sé quién era cuando me levanté esta mañana, pero me parece que he debido cambiar varias veces desde entonces.

-¿Qué quieres decir con eso? - dijo la Oruga en tono severo. ¡Explícate!


-Me temo, señor, no poder explicarme a mí misma -dijo Alicia -porque yo ya no ssoy yo, ¿ve usted?


lunes, 13 de octubre de 2008

Se me había olvidado Barcelona...

No son ni las ocho y media de la mañana. ¿No podría la vida darme un poco de tregua y dejarme vivir tranquila? ¡Es que es desde que me levanto hasta que me acuesto!

Gracias a Dios, o a quien sea, porque yo casi casi he dejado de creer en fuerzas superiores que velen por nosotros, al menos ya no sueño exclusivamente con él. Sin embargo, encontrarme con la realidad al tomar conciencia hará que un día no me levante de la cama. Estoy segura.

No puedo aguantar diariamente la pena de que me ha dejado, de que no sigue a mi lado, de que está haciendo su vida sin mi y sin dar el paso atrás de venir a recogerme, no sé cómo ni por qué, pero su nueva vida le merece la pena sin mí. Yo, por mi parte, encuentro a cada instante nuevos recuerdos que hagan que me quiera morder las venas en la muñeca.

Una de mis mejores amigas se va de Erasmus, y sus palabras me traían continuamente recuerdos de cuando yo me fui y congeturas, porque no tengo información para nada más, de cómo estará viviendo mi niño esta etapa de su nueva vida. Y tenía un dolor horroroso en el estómago, como el que me entra cuando tengo que coger un avión y tengo miedo de quedarme dormida y perderlo. Como la noche que me fui de Erasmus y no hacía más que llorarle al teléfono pidiéndole que me esperara y prometiéndole que le querría toda mi vida. Como en nuestro aniversario, cuando le invité a pasar el finde a París.

Y me preguntaba mientras me lavaba los dientes antes de acostarme cómo podría yo hacerle comprender a alguien que no quiera dejar de quererle y que sigo enamorada de él aunque me dejara. Y más aún. Reconozco que pensaba cómo darles a mis amigos la noticia de que habíamos vuelto. Y tengo que admitir que no se me ocurrían las palabras oportunas, pero no me importó, porque sólo de pensarlo tenía una sonrisa tan grande dibujada en la cara, que de haberla visto habrían sobrado las palabras. Y así me fui a la cama, aunque en los tres pasos que hay de camino a ella la realidad fue más rápida y me alcanzó, de modo que no tuve más remedio que ahogar las lágrimas en la almohada, hasta caer rendida al sueño algunos minutos después. Al menos, las lloreras ya no duran más que eso, algunos minutos. Será que cada vez me queda menos dentro que llorar.

Y esta mañana, justo en el momento en el que he alargado el brazo para parar el despertador, he recordado que me había dejado. Una mañana más, un desengaño más, una puñalada más...

Doliéndome cada célula de mi cuerpo me he preparado para coger el autobus, y al hacerlo, he comenzado a pensar en mi Erasmus y a preguntarme por la suya. Así hasta que, al llegar a la plaza donde está el edificio en el que trabajo, donde me he imaginado qué le habrá dicho sobre mí a sus nuevos amigos. Lo mismo ni siquiera me ha nombrado.

Entonces, al llegar al trabajo, he mirado por la ventana, y la imagen de las calles llovidas desde mi mesa me ha recordado a Barcelona, y es que estos meses había olvidado que fue contigo con quien la conocí, hace dos navidades, cuando estaba lloviendo. Había olvidado que me pasee por sus calles con mi gorro rosa y tu mano enlazada a la mía. Había olvidado la mañana en el museo, cuando subimos a Montjuic y casi muero deshidratada, aquella tarde de compras en el centro comercial, nuestro cuarto, nosotros paseando por el Paseo de Gracia con las maletas, la paella en el puerto, los puestos y mi cinturo de D&G, nuestro primer y único fin de año juntos. Fuiste la primera persona a quien bese en el 2007. Y se me había olvidado. No sé cómo, pero se me había olvidado. Y me da mucho miedo, porque no sé qué más cosas hemos hecho juntos que puedan venirme en forma de recuerdo una mañana, para destrozarme el día o la vida, y recordarme que, como no vuelvas a mi lado, no sé qué será de mí... Pero intuyo que son muchos, porque 5 años dan para muchos recuerdos, aunque tu los hayas olvidado todos...

sábado, 11 de octubre de 2008

Hoy, sin fuerzas ni ganas...


Hoy, desde el principio del día, supe que era mejor guardar mi corazoncito, lo que queda de él, en una caja en lo más profundo del armario. Fuera llovía a mares, como cuando íbamos al centro comercial a ver tiendas, merendar un batido de helado de chocolate blanco o íbamos al cine. Y me dolió tanto ayer tu recuerdo que hoy me he prohibido pensar en ti.


He buscado distracciones y otras personas en las que refugiarme, y aunque me sentía desgraciada, al menos podía respirar sin que me doliera el pecho, sin querer acabar con esta agonía cuanto antes y de cualquier manera, fueran cuales fueran las consecuencias.


Ayer yo no quería vivir, y hoy lo hacía por inercia, porque este cuerpo mío aguanta contra mi voluntad que lo zarandeen y vapuleen constantemente sin rendirse. No sé por qué lo hace ni quién se lo ha pedido. Por mí bien puede resignarse y dejar esta lucha. Yo no quiero seguir. No quiero vivir esta vida sin él porque no es mi vida, es la de otra persona, y no me cae bien ni me gusta.


Por eso hoy no quería complicarme la vida. Quería solo aguantar el tirón del día y acostarme pronto. Y dejar de sufrir. Pero mi madre ha entrado en mi cuarto con una caja. Dice que estaba al fondo de su armario, y ante mi sorpresa la ha abierto, y ha aparecido el pijama de rayas que me regaló por San Valentín este año. No hace ni ocho meses que fuimos a buscarlo, en una tarde parecía a la de hoy, cuando fuera llovía. Pero entonces no importaba, porque él estaba a mi lado para hacerme ver el sol.


Las piernas me han fallado y me caido al suelo desplomada. Igual que cuando dije por primera vez en voz alta que me había dejado. Y es que los meses pasan y me siento igual de mal. Muchas noches me acuesto pensando que esto no hay cuerpo que lo aguante, y que posiblemente pronto no podré más. Pero mi cuerpo aguanta y aguanta. Joder. Que le costará dejarse... Comprender que sin él no quiero vivir. Y si quisiera, no podría, porque no hay quien pueda vivir luchando contra su pensamiento, y contra todo lo que hay alrededor que se empeña en traérmelo a la mente y romperme un poco más el corazón.


Esta mañana guarde todo lo que sentía en una caja al fondo del armario y mi madre se ha ocupado de traerla y abrirla ante mis ojos. Luego, he sentido la necesidad de conectarme al mesenger por si estaba, y escribiendo estas líneas ha entrado. De modo que a la vez que escribo esto, el está a sólo un click. Podría pulsar dos veces su nombre y decirle algo. Podría decirle tantas cosas... Aunque también podría resumirlo en una sola frase. Pulsar su nombre y en la ventana del mesenger, con mi letra rosa de siempre decirle simplemente "Sería tan feliz si siguieras a mi lado"... solo eso... y es q no hay verdad más grande que quepa en una frase más chica... aunque se me ocurre otra incluso más verdadera y corta... TE QUIERO!!!!

viernes, 10 de octubre de 2008

Me debes este verano. Me lo debes...


Quiero que me devuelvan mi verano. No sé qué fuerza superior me lo ha quitado pero quiero que vuelva. No me importa si es Dios, el destino o cualquier otro ser superior, no quiero ni saber quién es ni le guardaré rencor por la pesadilla vivida, SÓLO quiero levantarme mañana siendo 8 de julio y que todo haya sido un mal sueño.Quiero mis despertares en su cama, cuando los padres se habían ido a pasar el fin de semana a la playa. Quiero mis paseos por el centro cogidos de la mano, las visitas a las tiendas y la vuelta en tranvía. Quiero ir al supermercado y llenarnos las manos (porque nunca cogimos cesta ni carro) de porquerías con las que endulzar los días que íbamos a pasar a solas en su casa, sin mayor preocupación que la de querernos. Quiero ducharme con él, y al salir, encontrármelo sentado frente al ordenador, aún mojado, entonces, discutirems la película que va a empezar a bajarse, y cuando la tenga nos tumbaremos a verla con una bandeja de nachos con cheddar. Quiero mis noches de vuelta a su casa pasando por la Giralda iluminada, el arco y las calles del barrio de Santa Cruz y el parque del Prado. Quiero que me deje sin almohada ni sábanas, como siempre. Quiero que me despierte con una rosa. Quiero el camino en coche a la playa, cantando y hablando de cualquier cosa. Quiero las mañanas bajo el sol en la piscina mientras se baña. Quiero hamburguesas para comer y pizza para cenar en el restaurante del pueblo en el que veranea. Quiero ir a por chuches, aunque tengamos que andar 20 minutos. Quiero tumbarme a su lado en el sofa para dormir la siesta, seguramente con la vuelta ciclista de fondo. Quiero que me espere en el badén que hay bajo la puerta de mi casa, y que al subir a él le guste como voy yo y a mi me llegue su colonia de Hugo. Quiero que me lleve a cenar al Vips o que vayamos a merendar, pero que nunca falte nuestro batido de helado de chocolate blanco, y que al salir, se ponga a mirar las revistas mientras yo paseo por toda la tienda. Quiero ir a cenar al Fosters y que me pregunte como siempre si alli le rellenan la bebida. Quiero ir al cine a ver Wall-E, como me prometió que haría y nunca hizo. Quiero ir a casa de un amigo a jugar al risk, y seré los verdes y prometo no quejarme cuando me ataque. Quiero que venga a mi casa a ver la tele. Quiero que se queje cuando le cuente mis planes sin él y que yo me queje de sus planes sin mi. Pero sobre todo, quiero volver atrás y vivir contigo este verano. Porque siempre ha sido así y me debes estos momentos. Son míos y no tienes derecho a quitármelos. No puedes un día decidir que todo se terminó y dejarme con lo puesto. No puedes. Me debes este verano. Me lo debes...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Ya han pasado tres meses...


Ya han pasado tres meses. Todos ellos con sus cuatro semanas. Cada una de ellas con sus 7 días... Así hasta formar todo un verano.

Te ha dado tiempo a dejarme, a pasar de mí, a tratar de explicarme tus porqués, a llamarme para ver cómo estaba o para yo que sé qué, a no dar señales de vida el día de mi cumpleaños, a seguir tu vida como si yo nunca hubiese sido parte ella, a volver al pueblo donde veraneo de botellona con tus amigos, a irte a navegar con una niña de menos en el barco, a quedar conmigo para despedirnos, a hablar conmigo una hora y darme un beso en el pelo mientras te abrazaba por última vez y a hacer tu vida de Erasmus.

A mí, sin embargo, sólo me había dado tiempo a llorarte. A llorarte en el autobus, en el trabajo, cenando con mis amigas, hablando con la psicóloga, acariciando a mi gatita, viendo la televisión, durmiendo y sin dormir, en la ducha, esperando tu llamada o que me hablaras en el mesenger, con los cojines del salón y mi almohada, abrazando al peluche que me regalaste...

Ahora ha pasado todo un trimestre. La vida ha vuelto a su rutina, pero la mía no se encuentra a sí misma porque para vivir sin ti tengo que reinventarme entera, y no quiero. Quiero ser la chica de antes, la que era feliz queriéndote y siendo correspondida. No quiero aceptar que la situación ha cambiado, y no sé si así tengo demasiado futuro. Y debería darme cierto miedo el no poder vivir sin ti, porque parece que no me queda otra, pero es que estos días he comprendido que puedo ser feliz con otras parcelas de mi vida, dejandote la tuya intacta. Puede que hasta que el tiempo me cure, aunque prefiero pensar que es hasta que vuelvas a mi lado. Porque te quiero. Te quiero. Te quiero.

sábado, 4 de octubre de 2008

Hoy y siempre


No puedo dejar pasar ni un minuto más sin decirte que te quiero. Y no puedo llamarte ni escribirte, en parte porque tengo que respetar tu decisión y en parte porque me aterra el silencio que se crearía después. Porque para mi desgracia no puedes responderme.


Pero te quiero a pesar de todo, aunque no pueda decírtelo y todos me pidan que te deje pasar. Porque he descubierto que igual puedo ser feliz sin ti, pero no tanto como cuando te tenía. Y porque pienso que no hay nadie como tú, por mucho que me repitan no sé qué historia de peces en el mar y clavos que quitan otros clavos.


No te prometo esperarte toda la vida, pero te prometo querete siempre. Porque nunca nada podrá cambiar eso. Porque te mereces que te quieran todos los que te han conocido, porque seguro que mejoraste su vida de alguna manera. No tengo la más mínima duda. Te quiero. Hoy y siempre. Tal y como te prometi.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿Y si puedo ser feliz aunque no te tenga?


Ayer fue una tarde de esas con mis amigos. Pongamos que ellos eran dos y nosotras otras dos, y por poner, pongamos también que había alcohol de por medio y que estábamos rodeados de gente. Lo que suele ser una barrilada vamos.

Y estuve toda la tarde con ellos, desde las cuatro hasta las diez y media, y no me dolías. No me mataba el dolor de quererte sin sentido, para nada, sin futuro ni recompensa. Simplemente vivía, y vivía feliz, y pensé que igual el sol ya había salido y no lo veía entre las nubes, pero ellos son capaces de arrastrar la más densa niebla y dejarme ciega al acercarme el Sol, o cualquier cosa que yo les pida.

Pienso que si les hubiese tenido antes y el verano no nos hubiese separado me habría curado antes de tu des-amor (aún me cuesta ponerlo todo seguido, puede que porque no me crea que ya no estás enamorado de mí, o porque de ponerme a pensarlo se me iría toda la positividad que tengo hoy), aunque luego pienso que igual hay que hacer las paces con uno mismo y con la situación antes de que los demás puedan lamer tus heridas.

Pero esos pensamientos me asaltan ahora que escribo, porque ayer no tuve más preocupación que la de vivir feliz, aunque eso suene imposible siendo yo quien soy desde que no estás a mi lado.

Pero voy a atreverme a decirlo: ayer fui feliz sin limitaciones. Fui feliz incluso cuando uno de mis amigos me reñía por seguir enamorada de quien no debería (aunque sigo pensando que no hay razones más que para quererte, eso es lo que dice él), no me puse triste, aunque las lágrimas que me corrían por el rostro pudieran parecer lo contrario.

Le decía convencida que no sé cómo hacerlo, y me callé que esa tarde había sido feliz por primera vez desde que me dejó, gracias a ellos. Me repitió lo que se dice en esos casos, la típica retaila de que valgo mucho y blablabla, la diferencia es que ese amigo me conoce bien, y me lo decía enfadado de verdad, queriendo zarandearme para que el mensaje me calara más profundo, o por si con ello conseguía sacarte de mí. Porque me quiere. Y eso me ha hecho pensar que no tengo por qué enamorarme de nadie más, no tengo que estar con alguien, puedo quedarme como estoy, sin luchar contra el amor que siento por ti ni sufrir por él, simplemente saldré con mis amigos y seré feliz con ellos. Tremendamente feliz.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Mi querida Granada...


Empiezo a estar cansada de que todo me recuerde a ti. Hoy por la mañana, al escuchar en la radio las máximas y las mínimas de mi Comunidad me quedé pensando en los ocho grados de Granada. Mi querida Granada.

La primera vez que fuimos fue en Navidad, hace ya tres o cuatro años, quien sabe. Tendría que mirar las agendas que tengo, en las que cada día escribía lo que habíamos hecho durante estos cinco años. Aunque ahora están en la última caja que hay debajo de la cama y no me apetece sacarlas todas para comprobar la fecha.

Era Navidad y había nevado la mañana que llegamos. Nosotros, que nunca habíamos visto la nieve, la conocimos juntos en Granada. No se me ocurre nada más romántico. Aunque para nosotros todo era mágico: nuestra habitación, del baño de agua caliente, la Cocacola puesta en el alféizar de la ventana que servía de nevera, la cuesta que teníamos que subir para llegar al hotel, los jardines y los bancos helados por los que pasamos, prometiéndonos que volveríamos en primavera para ver todo aquello florecido bajo el tibio sol de marzo, las tabernas donde nos ponían una tapa con cada refresco, mi cámara allá donde íbamos (aunque luego perdiera las imágenes al volcarlas al ordenador, al menos pude revivir todo aquello una sola vez más...), tu regalo de reyes adelantado (aunque luego me hicieras otro para no dejarme sin nada en tan señalado día)... Todos son recuerdos que, aunque para muchos pueda resultar insignificantes, para mí están llenos de calor. Aún desprenden vida. Desprenden tanta vida que se me pasa por la mente el hacerles el boca a boca, por si con ello consigo que vuelvas a pasearte a mi lado por Granada. Si no es por esta vez, de la que ya hace tantos años que ni recuerdo la fecha, al menos por la segunda vez que fuimos, de la que sólo hace un año.

Fuimos para celebrar mi cumpleaños. Mis dos patitos. Fuimos con la excusa de conocer la Alhambra, aunque ambos sabíamos que esa ciudad era parte de nosotros, y que ya estábamos tardando demasiado en volver. De modo que cambiamos la nieve de diciembre por el sol de agosto. Y fue tan maravilloso como recordaba tenerte conmigo en aquella ciudad, que es toda magia. Así que nos paseamos por donde lo habían hecho antes moros y cristianos, fuimos al cine, tomamos cientos de helados de chocolate blanco (donde nos llegamos a hacer amigos del aquel hombre mayor, que nos leía el pensamiento cuando nos veía llegar de lejos, ¿no te acuerdas amor mío?), cambiamos de habitación, celebramos mi cumpleaños con una paella, nos grabamos allá donde fuimos (aunque luego se me cayera el portátil y perdiera todos los vídeos, de nuevo, pude verlos "one last time") y me compraste un libro de cuentos, para soñar cuando no te tuviera cerca.

Y para ser del todo sinceros, reconoceré que aún no nos toca volver a Granada, la verdad, pero el no tenerte me hace necesitarla más. A veces creo que debería pasearme por allí con mis amigas y presentarle otro de mis amores, uno más inocente y menos caluroso que el de la otra vez, pero al menos sé que ellas se quedarán a mi lado para siempre, y volverán conmigo a esa ciudad cuando se lo pida. No como tú.
Aunque la verdad es que aún no me toca volver y, para cuando me toque, todo puede ser diferente. Puede ser que estes conmigo, y quieras venir. A cambio prometo no perder los videos, para que podamos verlos juntos una y otra vez en casa cuando echemos de menos Granada...