miércoles, 31 de diciembre de 2008

Para el 2009... Quiero la Luna!

Sólo lo había dicho en voz alta una vez. Y se lo había dicho a una chica que ni siquiera conocía por estas fechas el año pasado. Quizás por eso tuve el valor de mirarle a los ojos y decírselo. No he sido capaz de decírselo a nadie más, porque a ellos les dolería más que a ella, y por descontado más que a mí.


Hoy veníamos de hacer las compras para la cena de fin de año a las cuatro de la tarde, porque mi madre siempre se planifica igual de bien, cuando sin saber cómo he terminado confesándoselo. Ha sido de una manera casual y muy poco tormentosa. Quizás por eso he podido, porque no estaba dicho de forma que fuera a calarle el mensaje, no creo que haya entendido lo que escondían esas palabras.
Y al decírslo me he dado cuenta de que eso es lo único que he sacado en claro de todo el dolor de este año. La parte positiva de lo negativo. La enseñanza que sólo se aprende a base de palos. Porque en ningún momento he negado lo bonito que he recibido de este año; nuevas amigas, nuevos amigos, viajes, recordar que al final de todo siempre me queda mi madre, que mi hermano me quiere a su modo y que muchas personas me quieren mucho más de lo que merezco.
Por eso el año pasado, al tomar la última uva, pedí para mis adentros, muy muy fuerte que todo siguiera igual este año. No quería ni un sólo cambio. No se podía ser más feliz.
Viéndolo desde la distancia me parece absurdo el deseo. La vida son ciclos, y algún día tenía que bajar. Los cambios no pueden evitarse.
Y mi cambio vino. Bueno, todos ellos, aunque uno en especial. Y perdí a Mimi. Me perdí a mí misma. Creo que es lo más duro que me ha pasado nunca. Verme sin alas, sin sonrisa, sin color, sin ánimos, sin magia... Y ver cómo todos a mi alrededor se preocupaban y cuchicheaban delante mía la manera de hacerme volver, como si no estuviera delante, aunque quizás tenían razón, lo que les devolvía la mirada no era yo, Mimi estaba ausente. En otro país, en un mundo paralelo, en otra galaxia, no lo sé.
Me acurruqué en mi cama a ver pasar los días, creyendo que llegaría un momento en el que mi cuerpo no pudiera más con el dolor y se diera por vencido. "No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante", decía mi amiga. Y yo desde luego no pensaba quitarle la razón.
Entonces, un día como otro cualquiera, después de que pasara la tormenta y me hallara yo buscándome a mí misma entre los destrozos, me volvió a repetir la frase, y por primera y única vez le dije: "Yo creí que mi cuerpo no aguantaba y que de esta no salía".


Hoy veníamos de hacer las compras para la cena de fin de año a las cuatro de la tarde, porque mi madre siempre se planifica igual de bien, cuando sin saber cómo he terminado confesándoselo. Ha sido de una manera casual y muy poco tormentosa. Quizás por eso he podido, porque no estaba dicho de forma que fuera a calarle el mensaje, no creo que haya entendido lo que escondían esas palabras. Cuando me ha preguntado qué cambio veo desde julio, desde que todo comenzara, le he dicho que ahora sí creo que voy a sobrevivir. A ratos quiero hacerlo con todas mis fuerzas.
Mi madre me ha respondido que este año le pediremos a las uvas que "no nos caiga encima lo que nuestro cuerpo puede soportar". Y es que el suyo puede con mucho más que el mío, está hecho de una madera especial. Yo siempre he sido una cosa más chica, graciosa, voluble y sensible. La versión delicada. Pero aún así, en este año he creido y querido morir y me he recuperado. No puedo agradecerte, ni a ti ni al 2008, el empujón, pero al menos puedo estar orgullosa de haber sabido salir del lío en el que me habeis metido. Aun con altibajos, pero estoy fuera. Igual que quiero estar fuera de este dichoso año. No me cae bien. Lo que me ha dado no comprensa lo que me ha quitado. Las alegrías están empañadas por la pena. Aunque sea un año par, de los que tanto me gustan.
Por eso me alegro de que esta noche llegue el 2009. Porque hubo momentos en los que pensé que no llegaba a conocerle, porque me promete experiencias que ningún otro me ha prometido, porque no voy a conformarme como todos los años con el "Virgencita déjame como estoy", porque ya no quiero las estrellas... Ahora quiero la Luna.

Feliz Año a todos...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Cuando pasa la tempestad...


Hoy me ha preguntado una amiga cómo estoy tan segura de que te echo de menos a ti como persona y no la costumbre, la rutina y la tranquilidad de sentirme querida y tener pareja. Entonces, le he explicado por qué lo mío con Javi nunca funcionó, cómo su cuerpo nunca colmó mis necesidades ni su espíritu llenaba mi alma. Como nada en este mundo hace que deje de desear rozarte la mano, mirarte a los ojos y escuchar tu respiración. Porque no tengo una agenda libre que llenar, sino un corazón destrozado por tu ausencia. Porque tengo medio cuerpo llorando por no tenerte y la otra mitad desesperado buscándote por los alrededores. Porque ando por mi ciudad como si fueras a venir desde atrás a abrazarme y miro el móvil siempre con la esperanza de que te hayas arrepentido.

Aunque no pueda tenerte porque aún quede un año de distancia. Aunque sepa que tu cabeza nunca te permitiría llamarme sin estar completamente seguro de que quieres volver conmigo y de que eso es lo mejor para mí, algo que por ahora es imposible asegurar. Aunque sepa que en unas semanas haces las maletas y te vas, tal y como hago yo, pero cada uno a una parte diferente de Europa. Aunque todos crean que lo mejor es que te olvide y te prometiera mil veces que lo haría, que no contaras conmigo una vez dado el paso.

Y sueño que si te llamo ahora y te digo la verdad, que eres la causa de mis males y el remedio, me sonreirías y volverías a mi lado. Pero los sueños, sueños son, y tengo que reconocer que ahora no es el momento. Que no podemos volver ahora. Que no funcionaría. Y entonces, me planteo que igual tengo que vivir mi vida este año para poder encontrarte el que viene, si ese es mi destino. Y entonces la pena se me hace más soportable. Y te quiero porque no puedo evitarlo y no podría arrepentirme de sentir algo tan bonito por alguien. Pero no es el momento adecuado y tengo que esperar. Nuestro amor tiene que esperar. Yo, mientras, voy a hacer mi vida, como tantas veces he dicho, cuando pasa la tempestad y llegan la calma y los buenos propósitos. Voy a vivir mi vida para valorar lo tenga cuando llegue, para haber vivido todas aquellas cosas que no se pueden vivir después, para conocerme a mí misma, lo que quiero y lo que busco.

No es que la pena haya desaparecido, más bien cuelgo de un hilito que puede romperse de nuevo en cualquier momento, pero la caída no va a ser tan grande como la de ayer. Ahora sólo puede ir a mejor. Así hasta que vuelva a la "normalidad" de estas últimas semanas. Y mejoraré poco a poco. Porque no es justo decir que quiero estar contigo y no luchar por sobreponerme. No quiero que me encuentres así si vuelves ni quiero haber malgastado el tiempo de separación sin haber aprendido nada. Los demás dicen que por el camino encontraré alguien que me merezca más y olvidaré que hacía todo esto por ti. Algunos me dicen que entonces los niños que tenga me saldrán rubios con los ojos azules, como no podría haberme pasado contigo. Pero yo se que se equivocan... Les dejo hablar como a los locos... porque hay que tener muy poca cabeza para pensar que podría querer a alguien más que a ti... Eso es todo nene... Feliz Navidad... Te quiero!!

jueves, 25 de diciembre de 2008

Igual que siempre... todo se resume en ti...

Sólo se me ocurre una pregunta: ¿Cómo pudiste?



¿Cómo pudiste decidir en un momento dado que estabas cansado de salir conmigo?
¿Cómo pudiste hablar conmigo después y no decirme nada?
¿Cómo pudiste verme llegar el último día sabiendo que nunca más sería así?
¿Cómo pudiste mirarme una y otra vez a modo de despedida?
¿Cómo pudiste tomarme de la mano como si no pasara nada?
¿Cómo pudiste ser capaz de pronunciar las palabras?
¿Cómo pudiste marcharte?
¿Cómo pudiste defender tus motivos?
¿Cómo pudiste dejar pasar los días y los meses sin llamarme?
¿Cómo pudiste mantener tu decisión?
¿Cómo pudiste no echarme de menos locamente?
¿Cómo pudiste irte sin mirar atrás?
¿Cómo pudiste vivir tu vida sin mí?
¿Cómo pudiste?¿Cómo pudiste?


Sin embargo, más me duele aún el presente. Más me duele que hoy no te duela mi ausencia, que no me hayas felicitado las navidades, que no quieras saber nada de mí, que no recuerdes a tu nena...
Porque habría sido tuya de nuevo si lo hubieras pedido. Aunque hayan pasado estos meses. Aunque no haya respuesta para todas las preguntas que me han martirizado desde que me dejaste.
Me puse de plazo hasta hoy. Haría una semana desde que llegaste, tiempo para hacerte de nuevo el cuerpo a nuestra ciudad, para recorrerla sin mi mano junto a la tuya y para darte una excusa por la que llamarme. Y pasó el 24. Y nada. Y pasó el 25. Y nada.
No has aprovechado el tren porque no has querido. No quieres estar conmigo. Y no sabes cuánto duele eso. Duele más que nada en este mundo. Duele como el primer día, quemándome el pecho como si nunca fuera a sobreponerme de esta tristeza, como si ya nada tuviera sentido aunque el mundo siga girando. Porque me falta tu sonrisa, tu mano enlazada a la mía y tus palabras al oído. Y ahora toca hacer balance de este año que se ha ido y me salen las cuentas a deber. Me deben mi año. Me deben los seis primeros meses que pasé agobiada y siendo otra persona por los estudios y el trabajo. Y me deben los seis siguientes, porque vivir como un fantasma no debería contar. De modo que quiero pedirle a las uvas que no haya 2009. Quiero que haya 2008. Que todo esto sea una pesadilla, como ocurre en tantas de esas películas que se emiten estos días, en los que la protagonista puede ver las consecuencias de sus actos en un sueño y al despertarse puede evitar el gran desastre.
Yo quiero tener una vida contigo. Empezando desde hoy. Y quiero pedírselo a los Reyes Magos, pero ni ellos tienen capacidad para traerte de vuelta. Ni las uvas pueden girar las manecillas del reloj al contrario y devolverme el 2008. Pero entonces, ¿para qué existe la Navidad? ¿Por qué tanto bombo? ¿Por qué nos engañan de esa manera? ¿Dónde está la magia? ¿Dónde esta ese trocito de felicidad que me corresponde?
Al final todo se resume de nuevo en lo mismo. En que me dejaste y no has vuelto. Me pregunto cuánto tiempo durará esto y cuánto voy a aguantarlo.





P.D: Ah! Se me olvidaba... Feliz Navidad!

martes, 16 de diciembre de 2008

Realmente, mañana será otro día


"Lo que el Viento se Llevó" siempre tiene el sentimento adecuado guardado en sus cuatro horas, las palabras perfectas. Cada vez es una parte diferente, una situación paralela en la que me siento identificada. Hoy es el final, uno de mis finales preferidos de todas las películas de amor que nunca he visto, porque no termina con los felices y las perdices... Termina diciendo que la vida no es tan fácil como casarse y confiar en que ese compromiso se respetará toda la vida.

Dice que hay que luchar cada día. Que nunca hay que perder la esperanza. Que si quien tu quieres no está a tu lado, sí que puedes hacer algo diferente a esperar dormida que vengan a besarte como Blancanieves... Y no me refiero a recuperarle, aunque se me antoje como la parte más jugosa del botín... me refiero a esa Escarlata en la tierra roja de Thara, con el árbol seco a su lado y jurando que nunca más pasaría hambre... y levantó la plantación después de la guerra... porque en esta vida hay que tener mucha fuerza y esperanzas, aunque todo parezca desmoronarse a nuestro alrededor. Aunque el caballo se muera a las puertas de la casa cuando estás llegando, aunque quieras irte y tu amiga embarazada te lo impida, aunque un soldado quiera apoderarse del último par de pendientes que te queda, aunque un hombre sin escrúpulos vaya a regodearse de su buena situación a quien antes le dio trabajo...

Siempre me gustó Escarlata, con ese egoísmo suyo que la convierte en la mejor de las supervivientes, pero a la vez totalmente entregada a los suyos... Y quisiera pensar que tengo algo de ese empuje, que para mí también mañana será otro día...



Scarlett: Oh, Rhett, ¿A dónde te vas?

Rhett: Me voy a Charleston. Vuelvo a mi tierra.

Scarlett: Por favor, por favor, ¡llévame contigo!

Rhett: No. He roto con todo lo de aquí. Yo busco la paz. Quiero ver si consigo hallar algo que tenga algún encanto y dulzura en la vida. ¿Sabes de qué estoy hablando?

Scarlett: No. Yo sólo sé que te quiero.

Rhett: Esa es tu desgracia.

Scarlett: Oh, Rhett. ¡Rhett! ¡Rhett!

Scarlett: Rhett, si te vas, ¿a dónde iré yo? ¿Qué podré hacer?

Rhett: Francamente, querida, eso no me importa.

Scarlett: No debería dejarle ir… No. Habrá algún medio para hacerle volver. Ahora no puedo pensar en ello. Me volvería loca si lo hiciera. Ya lo pensaré mañana........ Realmente, mañana será otro día.

martes, 9 de diciembre de 2008

Un poquito como Campanilla...

Tengo cierto miedo a escribir aquí...
Desde que me dejó, parece que si escarbo demasiado voy a recaer...
No puedo decir que los últimos días haya estado bien...
Haciendo memoria recuerdo que ha habido algunos momentos de bajón muy duros...
Pero ya los había olvidado, y he abierto esta entrada dispuesta a deciros que estoy feliz...
Tan feliz como se puede ser en estas circunstancias, que con eso me basta por ahora...
Y como supongo que no puedo evitar las bajonas, lo importante es recuperarse...
Recuperarse tanto como para olvidar a ratos todo esto...
Y entonces, me rio como una loca...
De hecho, este fin de semana lo he pasado muy bien...
Y he quedado esta semana para cenar con Javi...
Ahora tengo un poco de Campanilla corriendo por las venas...
Se me nota en los andares...
Y en la sonrisa...

martes, 2 de diciembre de 2008

De felicidad y otras cosas... a pesar de todo... te quiero...


Hoy brillaba el sol en mi ciudad. Era un sol de esos que alegran el dia aunque haga frío y que reconforta cuando tienes la suerte de poder pararte algunos segundos bajo sus rayos.

Yo he sido afortunada, porque llegué al lugar donde iba tres cuartos de hora antes y pude darme un paseo por los alrededores. Casi sin saber cómo, llegué a mi puente favorito, supongo que de algún modo siempre acabo allí, aunque no sea físicamente. El sol me daba en la cara y perdi la vista en el contraste de la torre con el azul del cielo.

Pensé en lo fácil que era ser feliz. Antes, habría llamado desde el puente a mi niño, le habría dicho que me daba el calorcito en la cara y habriamos quedado para ir al cine. Me encantaba llamarle en esos momentos, cuando todo parecía sonreir a mi alrededor.

Creo que entonces es cuando alguien se da cuenta de que es feliz, cuando las torres, los puentes, el río, el sol en los edificios y el movimiento de las manos sonríe. Cuando el corazón puede sentir la vida que tienen las cosas inanimadas, que no es más que la proyección de la propia vida que rebosa la mirada de quien esta en paz consigo mismo y tiene lo que ama. En ese orden, porque para amar hay que estar primero bien con una misma y porque hay que tener lo que se ama, y no amar lo que se siente. Nadie debería conformarse con amar lo que tiene.

Yo tuve la suerte de saber que era feliz y poder disfrutar de cada instante. En algunos momentos, me decía cualquier tontería y yo no podía para de reir, como si fuese la persona más graciosa del mundo. Mi niño sabía bien que nadie se había reido tanto de sus bromas, y me repetía que tenía un humor muy malo. Entonces, yo le decía que no podría dejarme porque nadie consideraría que fuera gracioso mas que yo. Sin embargo, ambos sabíamos que no me reía por lo que dijera, sino porque era feliz. Con todas las letras, en mayúsculas y subrayado. Tengo la suerte de haber reido de felicidad. Sólo por escuchar sus palabras, verle a mi lado y sentir en el pecho la alegría inmensa de estar justo donde quiero estar, con quien quiero estar y como quiero estar. Y era maravilloso. Mágico. Por eso se que estuve enamorada y que fui muy feliz.

Y el fin de semana pasado, mis amigas me decían que las películas y las novelas de amor son las culpables de todos nuestros males, porque nos hacen creer que realmente hay alguien con quien el mundo se para y junto a quien no puedes parar de reir como una tonta, como le pasa a la chica del Diario de Noah. Y yo intenté trasmitirles cómo se erizaba su piel cuando me acercaba recién salida de la ducha a su espalda, cómo quería comérmelo a besos cuando me abría la puerta de su casa, cómo estando a su lado quería ser mejor persona, cómo recuerdo el brillo de sus ojos cuando me veía venir de lejos, cómo una vez que empezaba a reir a su lado no podía parar, cómo ir al cine podía ser mejor que tomar un avión a cualquier parte del mundo, cómo su respiración a mi lado en la cama hacía que sintiera que nada malo podía pasarme, cómo daba un pequeño saltito en el sofá cuando le veía aparecer por el marco de la puerta para demostrarle lo feliz que era de verle, aunque sólo hubiese estado fuera un instante, cómo sentía que apaciguaba mi alma su voz cuando tenía un problema, cómo su espíritu levantaba al mío cuando no tenía fuerzas para tirar adelante, como si realmente pudiese entrar en mi, colocarse justo debajo con sumo cuidado y levantarse llevando en la espalda mi peso...

Y todas me miraron calladas... Una chica que conozco desde hace pocos meses, y que no conocía nuestra relación rompió el silencio con una frase que hizo que se me saltaran las lágrimas. Dijo que nunca había oído nada parecido, que era la primera vez que oía a alguien que estuviese realmente enamorada y comprendía lo que se siente... Entonces, mi mejor amiga le respondió "es que lo de Mimi no era normal. Esa relación era otra cosa..."

Y es que era otra cosa, algo diferente, irrepetible. Porque estamos hechos el uno para el otro y lo sabes. Aunque entonces... como pudiste???