viernes, 29 de agosto de 2008

Viviendo sin vivir... estando sin estar...


A ratos, mi vida es tan superficial que me llego a creer que todo esto no es más que una pesadilla. Son momentos en los que casi me siento transparente y creo que puedo tirarme por un balcón y volar...

No es como estar borracha, es simplemente una capacidad alucinante de negar la realidad. La misma que me ha salvado en tantas ocasiones, y que ahora no me deja vivir. O puede que sea precisamente eso lo que me ha mantenido viva hasta hoy.
Sólo sé que en esos momentos miro a mi alrededor extrañada y no reconozco nada de lo que veo. Incluso lo que lleva meses a mi alrededor me parece que puede ser una alucinación.

Me pregunto si me estaré volviendo loca, y ni siquiera ante esa posibilidad me arrepiento de dejar a mi corazón hacer lo que quiere conmigo, porque no quiero que mi cabeza gobierne. No me gusta lo que le pasa a la gente que quiere a ese tipo de personas. Son juzgadas con las leyes de la razón, donde el amor no sabe expresarse y pierde el juicio sin haber dicho ni una palabra. Sólo puede llorar o reir. Y el mío llora tanto como ha reido en estos 5 años. Incluso puede que llore más, porque también lo hace por los años venideros que he perdido a su lado.

Quienes están a mi alrededor le dicen cosas que el no comprende, porque el mío no es un corazón que atienda a palabras. El mío entiende de frío y calor, de bueno y malo, de feliz y desgraciado. Y ahora está helado y se siente desgraciado. Por eso cuando ando cruzo los brazos, por ver si le doy algo de calor con el ansiado contacto humano. Hasta que llegue él a curarme las heridas... si es que llega a tiempo...

jueves, 28 de agosto de 2008

Querría poder escribirte y decirte que te quiero



Querido X:

Querria poder enviarte un email. En él te diría cuanto te echo de menos. Tanto tanto que no hago más que llorar. Yo solo quiero estar contigo. El tiempo que pueda ser... el resto me conformo con tenerte por teléfono... con saber que me quieres y que soy tuya... que te preocupas por mi y que me echas de menos... que sigues pensando que nunca encontrarás a nadie como yo...

Te escribo para pedirte que me quieras... para pedirte que me des otra oportunidad... que vuelvas a sentir lo mismo por mi...

A cambio prometo ser la mejor novia del mundo. No voy a reprocharte nada porque cada día estaré agradecida por haberte recuperado. Y no voy a darle las gracias al cielo por haberte traido de nuevo a mis brazos, voy a agradecertelo a ti de todas las maneras que existan, en todos los idiomas que se hablan en este universo.

Volveremos a aquel banco de la plaza donde estuvimos aquella noche. También quiero que me lleves de nuevo al cine, y no tendremos por qué ver una película especial, sólo quiero sentirte a mi lado. Podríamos incluso sentarnos como hacíamos antes junto al río, y me contarás alguna cosa tuya mientras le das vuelta a mi alianza, sin quitarmela del dedo y con mucho cuidado para no hacerme daño.

Recuerdo esos momentos como los mejores instantes de mi vida... y no hicimos nada del otro mundo... sólo querernos...

Pero además, te prometo que repetiremos aquellas ocasiones especiales con las que soñare toda mi vida... cuando me llevaste a casa el jueves de semana santa. Cuando te besé por primera vez. Aquel día que me llamaste para quedar. Cuando tú me besaste por primera vez. Cuando me dijiste que me querías mientras esperaba el autobús. Cuando me regalaste la alianza. Cuando vivimos nuestra primera feria. Todas las demás ferias. Cuando fuimos a tu playa... la primera vez y todas las demás. Cuando fuimos a Granada... la dos veces. Cuando fuimos a Paris... esa única vez.... en nuestro quinto aniversario... antes de que todo acabara para ti... cuando me dejaste sola y abandonada.

Y siento como si fuese un gatito al que le han echado de casa por ser arisco. Su propia familia. La que debía quererle. Le echa por su condición, por ser quien es, por ser como es.

Lo que sirvió durante años ya no sirve.

Ya no se quieren gatos ariscos en esta casa.

Y yo me pregunto, ¿Acaso no sabías al llevar el gato a casa que sería arisco?

El gato se queda junto la puerta, mirando el pomo, pensando en lo que desearía ser humano, ser otra persona mayor y mejor para poder llegar a abrirla. Mientras, piensa en lo duro que es oir el calor de dentro y no poder sentirlo en el pecho. Y comienza a llover. Y no hay nada en el mundo que el gato odie más que el agua, pero ya no importa. El gato no quiere ser gato, quiere ser otra cosa, y por eso lucha para que el agua deje de molestarle. Quiere incluso adorarla, por si eso le acerca más al tipo de persona que andan buscando en esa casa. Ya no importa ser gato o pez, ahora sólo importa entrar de nuevo. Aunque sea en una condición inferior, aunque no sea con las comodidades de antes, aunque sólo haya impedimientos, aunque a cada momento vaya a tener que luchar por mantenerse dentro...¡Qué más dá que los de dentro no le quisieran una vez! ¡Le han querido muchas!

El gato piensa que podría pasar por alto esta vez en la que no le quisieron, por entrar de nuevo. No porque tenga miedo de no encontrar casas mejores, sino porque quiere a los que viven en esa. Tal y como son. Aunque haya que poner cacharros cuando llueve para que no se inunde el salón, aunque dentro no se hable demasiado, aunque quienes visitan el lugar se queden con la impresión de que hay casas mejores. Habrá lugares mejores, pero no hay otra como aquella. Ninguna otra es tan calentita. En ninguna otra van a quererle igual. Nunca él podrá querer a otra igual. Porque eso es lo que tiene de maravilloso el amor, que se quiere en contra de nuestra voluntad, que es la forma más bonita de querer.
Puede que para ese gato fuera más fácil buscar otra, y en la búsqueda puede que tenga suerte y que encuentre una mejor, pero el enamoramiento le deja los pies inmóviles en el felpudo, aunque truene, aunque cada gota de agua le inunde el alma en tormentos mayores que los físicos, porque no hay amor más verdadero que ese que se cuenta a los postigos cerrados de donde vive el amado.