lunes, 13 de octubre de 2008

Se me había olvidado Barcelona...

No son ni las ocho y media de la mañana. ¿No podría la vida darme un poco de tregua y dejarme vivir tranquila? ¡Es que es desde que me levanto hasta que me acuesto!

Gracias a Dios, o a quien sea, porque yo casi casi he dejado de creer en fuerzas superiores que velen por nosotros, al menos ya no sueño exclusivamente con él. Sin embargo, encontrarme con la realidad al tomar conciencia hará que un día no me levante de la cama. Estoy segura.

No puedo aguantar diariamente la pena de que me ha dejado, de que no sigue a mi lado, de que está haciendo su vida sin mi y sin dar el paso atrás de venir a recogerme, no sé cómo ni por qué, pero su nueva vida le merece la pena sin mí. Yo, por mi parte, encuentro a cada instante nuevos recuerdos que hagan que me quiera morder las venas en la muñeca.

Una de mis mejores amigas se va de Erasmus, y sus palabras me traían continuamente recuerdos de cuando yo me fui y congeturas, porque no tengo información para nada más, de cómo estará viviendo mi niño esta etapa de su nueva vida. Y tenía un dolor horroroso en el estómago, como el que me entra cuando tengo que coger un avión y tengo miedo de quedarme dormida y perderlo. Como la noche que me fui de Erasmus y no hacía más que llorarle al teléfono pidiéndole que me esperara y prometiéndole que le querría toda mi vida. Como en nuestro aniversario, cuando le invité a pasar el finde a París.

Y me preguntaba mientras me lavaba los dientes antes de acostarme cómo podría yo hacerle comprender a alguien que no quiera dejar de quererle y que sigo enamorada de él aunque me dejara. Y más aún. Reconozco que pensaba cómo darles a mis amigos la noticia de que habíamos vuelto. Y tengo que admitir que no se me ocurrían las palabras oportunas, pero no me importó, porque sólo de pensarlo tenía una sonrisa tan grande dibujada en la cara, que de haberla visto habrían sobrado las palabras. Y así me fui a la cama, aunque en los tres pasos que hay de camino a ella la realidad fue más rápida y me alcanzó, de modo que no tuve más remedio que ahogar las lágrimas en la almohada, hasta caer rendida al sueño algunos minutos después. Al menos, las lloreras ya no duran más que eso, algunos minutos. Será que cada vez me queda menos dentro que llorar.

Y esta mañana, justo en el momento en el que he alargado el brazo para parar el despertador, he recordado que me había dejado. Una mañana más, un desengaño más, una puñalada más...

Doliéndome cada célula de mi cuerpo me he preparado para coger el autobus, y al hacerlo, he comenzado a pensar en mi Erasmus y a preguntarme por la suya. Así hasta que, al llegar a la plaza donde está el edificio en el que trabajo, donde me he imaginado qué le habrá dicho sobre mí a sus nuevos amigos. Lo mismo ni siquiera me ha nombrado.

Entonces, al llegar al trabajo, he mirado por la ventana, y la imagen de las calles llovidas desde mi mesa me ha recordado a Barcelona, y es que estos meses había olvidado que fue contigo con quien la conocí, hace dos navidades, cuando estaba lloviendo. Había olvidado que me pasee por sus calles con mi gorro rosa y tu mano enlazada a la mía. Había olvidado la mañana en el museo, cuando subimos a Montjuic y casi muero deshidratada, aquella tarde de compras en el centro comercial, nuestro cuarto, nosotros paseando por el Paseo de Gracia con las maletas, la paella en el puerto, los puestos y mi cinturo de D&G, nuestro primer y único fin de año juntos. Fuiste la primera persona a quien bese en el 2007. Y se me había olvidado. No sé cómo, pero se me había olvidado. Y me da mucho miedo, porque no sé qué más cosas hemos hecho juntos que puedan venirme en forma de recuerdo una mañana, para destrozarme el día o la vida, y recordarme que, como no vuelvas a mi lado, no sé qué será de mí... Pero intuyo que son muchos, porque 5 años dan para muchos recuerdos, aunque tu los hayas olvidado todos...

2 comentarios:

Yo dijo...

Los recuerdos llegan cualquier día, en cualquier momento y sin tener nada que ver y sobretodo ahora... ahora que empieza el horrible invierno, pero tienes que recuperar siempre ese pensamiento en el que ves y te das cuenta de que hay otras "parcelas" de tu vida que pueden darte alegrías. Así es genial, me alegro de que hayas visto eso y de que, a pesar de perder totalmente las fuerzas pensando que no podrás con otro día más, vuelvas a levantarte para ir a trabajar.

Te deseo un buen día para mañana

Miriam dijo...

Hola!! Jo!!! Muchas gracias!! He pasado por tu blog esta noche... y duele... la última entrada estoy casi segura de que incluso sangra... Y te digo una cosa, los "tu vales mucho" y "no te rayes" sólo los dicen quienes no han pasado por esto... así que para adelante, con nuestros días buenos y los días malos, y los insignificants, como el mío de hoy, que esta vacio del todo... pero weno...
Un besazo!