jueves, 24 de septiembre de 2009
Demasiado bonita ultimamente...
Un tatuaje....
Tirarme de una montaña en trineo...
Aprobar el título de inglés...
Conocer un par de lugares más...
Aprovechar el tiempo con aquellos a los que he aprendido a querer y echaré de menos...
Seguir mirando el lago durante horas soñando despierta...
Dejar que la ciudad me sorprenda...
Planes para el año que viene:
Cansarme de estar en casa
Estar hora acariciando a mi gata
Conseguir el máster (más bien la beca que me pague el máster)
Hacer ese último viaje/locura que tengo pendiente
Irme de carnavales
Quedar con esas personas a las que ahora echo de menos
Lo mire por donde lo mire... la vida está demasiado bonita ultimamente...
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Las niñas bonitas no pagan dinero...
viernes, 4 de septiembre de 2009
Era hora de pasar página...
Quisiera tener una buena excusa para no haberme pasado por aquí, pero la verdad es que no la tengo, igual que tampoco sé cómo explicarle a mi diario que haya estado dos meses sin dedicarle una palabra...
Podría inventarme que he estado en un viaje exótico recorriendo países coloridos como Tailandia o trabajando como voluntaria en la India, pero lo cierto es que los únicos viajes que he hecho desde que escribi aquí por última vez han sido de vuelta a España.
Aunque quizás no fueran de vuelta. Mi ciudad ya no es la misma, desde el momento en el que yo no soy la misma.
Los parques ya no son lugares por donde nos paseábamos. El barrio donde vives ya no es como mi vecindario. El cine al que siempre íbamos es ahora un completo desconocido. El cuarto de mi hermano ha dejado de ser el lugar donde nos besamos por primera vez con 17 años.
Incluso nuestra plaza ha dejado de pertenecernos. Mejor dicho, ha dejado de pertenecerte a ti, que te fuiste. Esa plaza es mía.
En ella empezamos a salir y en ella me explicaste por qué querías romper nuestra relación después de cinco maravillosos años.
Aquella tarde nos fuimos juntos de esa plaza. Lo que tú no sabes es que después de verte doblar la esquina con la bici y tu sudadera azul yo volvi de nuevo.
Me senté en nuestro banco y lloré sin secarme las lágrimas, agarrando con fuerza la piedra blanca con las manos, como si quisiera reducir a polvo lo que acababa de escuchar destrozando el lugar del crimen.
Pero las palabras no se fueron, se quedaron revoloteando por el lugar, como lo hacen las mariposas sobre las flores. Por eso siempre me dolía acercarme a esa plaza. A nuestra plaza.
Aquella tarde, antes de girar la misma esquina que te había separado de mí minutos antes, miré por última vez nuestra plaza y le prometi en voz alta que te traería de nuevo a ella.
Los niños jugaban en los jardines y sus madres ocupaban otros bancos, pero el nuestro seguía vacío. No tuve miedo de hablar en voz alta y que pensaran que estaba loca. Por aquellos entonces estaba más cerca de la demencia que de la cordura, la verdad.
Casi me ahogo, casi no salgo del agujero, casi pierdo toda mi magia, casi pierdo la batalla.
CASI
Pero no. No caí del todo. Por eso supe desde el principio que cuando pasara por la que era nuestra plaza ya no sería tan duro como antes.
Era una mañana de agosto. Hacía calor en la ciudad del sur de España donde vivo. Había estado durante horas paseando con mis amigas, recorriendo algunos de mis lugares turísticos preferidos después de meses de exilio y compartiendo con ellas momentos preciosos que nunca olvidaré.
Entramos en aquella papelería antigua que tanto me gusta y me compré un diario nuevo. Entonces supe lo que tenía que hacer y que tenía que hacerlo sola.
Les dije a mis amigas que salía a llamar por teléfono y me perdí entre el tumulto de gente hasta nuestra plaza. Nuestro banco estaba vacío.
Como si fuera lo más natural del mundo, mis pies se acercaron a él y senté.
Fue reconfortante ver de nuevo a los niños jugar en los jardines y a las madres hablar en los bancos. Recordar el ángulo desde el que se ven las cosas allí sentada.
Miré a mi alrededor recordando los pasos que di contigo por aquellas mismas piedras y luego bajé la mirada a tu lado del banco, que permanecía vacío.
Ya no estabas. Ese era ahora mi banco. Tú te habías ido. También yo me había ido, lo reconozco. Primero metafóricamente, cuando estuve evadiendo la plaza durante meses después de que me dejaras. Al final lo deje físicamente para irme a un país europeo...
Sin embargo, había vuelto para reconquistarlo. Para hacer las paces con él. Para recordar cómo se ven las cosas allí sentada. Para presentarle a la nueva Mimi. Pero ante todo, para explicarle que no vas a volver.
Entonces, le di un suave golpe a la piedra blanca con la palma de la mano y me levanté. Caminé algunos pasos decidida a reunirme con mis amigas, pero algo en lo más profundo del alma me hizo girarme. Recorrí con la mirada la plaza unos instantes. Luego fije la vista en el banco. Esta vez tampoco tuve miedo de hablar en voz alta. Esta vez le dije que siempre le querría.
El presente y el futuro se contruyen sobre el pasado. Yo soy quien soy gracias en parte a lo que ese banco me dio, pero también gracias a lo que ese banco me quitó. No voy a negar que ha visto a una de las personas más importantes de mi vida, pero le quedan muchas cosas por ver. Muchos logros, muchas derrotas y muchas personas. Tan pronto como esté en mi ciudad de nuevo podré volver a pararme allí. Podré sentarme a leer. Podré llevar a mis amigas y charlar un rato.
Ahora puedo seguir sola. Sin huir de lugares por donde pasamos. Recordando lo feliz que fui en ellos contigo sin que eso duela. Tuve la suerte de vivir 5 maravillosos años a tu lado, pero ahora ya es pasado. Estoy segura de que el futuro me depara también cosas maravillosas, pero para poder disfrutarlo tenía que reconciliarme con la ciudad. Tenía que reconquistar el lugar más sagrado y valioso de nuestra relación. Sentía la necesidad de explicarle que te voy a querer siempre, pero que no vamos a volver. Era hora de pasar página...
miércoles, 24 de junio de 2009
No aprendo!!!
No aprendo que el facebook adora a su amiga y siempre pone una foto suya en la barra de recomendados, sin importar el tiempo que lleve esa foto subida.
pd: Por casualidades de la vida hoy es 24 de junio. Hace justo un mes que me despedi de Mr. Perfecto. No puedo negar que cuando he estado con gente alrededor he sido muy feliz. Incluso he planeado un viaje que me hace feliz cuando estoy sola y pienso en él. Sin embargo, aun me queda la espinita de haberle perdido, el dolor de estómago cuando le veo y la pena de echarle de menos. Supongo que una vez más, la única receta es el tiempo. Asi que... A esperar...
lunes, 15 de junio de 2009
19 días y 500 noches
La misma persona que tenía una foto de Mr. Perfecto hace dos semanas para bajarme el ánimo no tenía nada nuevo hoy en su perfil, sin embargo estaba en mi lista de recién actualizados y me ha picado la curiosidad por saber cómo estaba, ya que ella también es amiga mía.
La cosa es que no había nada nuevo, pero sólo verle la cara me ha puesto triste. Normal, si tenemos en cuenta que siempre que la he visto ha sido en el país donde ahora vive Mr. Perfecto y en consecuencia con él al lado. Así, verla sonreir me ha recordado las calurosas mañanas y las fiestas de noche que pasamos todos juntos allí.
Y como dice Pablo Neruda "Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido." Sé que esa relación no iba a ninguna parte, sé que él no está hecho para mí ni yo para él, sé que es mejor ahora que más tarde, sé que si siguiéramos juntos sólo podría tenerle por teléfono y la pena sería la misma... sin embargo, una vez más, mi corazón no escucha a mi cabeza. Por eso me voy a poner a leer alguna cosa en cuanto cierre esta ventana. Hay días en los que una está más triste, pero no por ello podemos permitirnos recrearnos en la pena. Hay que levantarse y buscar distracción. Siempre hay algo o alguien que puede sacarte la sonrisa. Y si no, mañana será otro día. 19 días y 500 noches dan para mucho...
sábado, 6 de junio de 2009
Vivir sin ti...
domingo, 31 de mayo de 2009
TÚ te lo pierdes....
Y no estoy enfadada ni nada parecido. Si me preguntaran diría que sigo queriéndote y echándote de menos. No te reprocho que me dieras todo y luego me lo quitaras. He aprendido que a veces simplemente pasa. Simplemente me he dado cuenta de que, aunque seas tú quien ha tomado la decisión, es a ti a quien mejor le habría venido que esto siguiera. O al menos, a mí no me viene tan mal como pensé....
¿Qué le voy a hacer? Nací princesa.... Cuando me pasa algo malo, sale el sol y mis amigos se vuelcan conmigo. Puede que siga llorando por ti, que te eche de menos y que tú pases, pero bueno, así se equilibran las balanzas, porque durante meses fuiste tú quien quería y yo quien pasaba, no?
sábado, 30 de mayo de 2009
Los acuarios...
lunes, 6 de abril de 2009
De tardes de sol, tacones y sonrisas perfectas...
martes, 17 de marzo de 2009
Nacida para ser princesa...
miércoles, 25 de febrero de 2009
Secuelas
sábado, 14 de febrero de 2009
Feliz San Valentin :)
martes, 3 de febrero de 2009
No es una coincidencia
Realmente podía recordar cómo los rayos del sol calentaban mi piel y los pétalos de las rosas de aquel quiosco, al igual que sentía el pánico en el estómago al comprender que los días pasan y que le he perdido.
Hoy os escribo delante de una ventana. No es una coincidencia. Quería poder ver las luces de las casas de la colina iluminadas. Son tantas y tan diferentes que me ayudan a comprender que hay muchas personas en este planeta, que todas han tenido sus problemas y han seguido adelante y que también mi vida encontrará de forma natural la manera de salir de aquí y dirigirse a algo mejor. También intento recordar que detrás de esas casas está la montaña, imperturbable por muchos siglos que pasan. Y seguirá ahí en noviembre cuando la nieve no me recuerde a él y me vaya a hacer snow. Quizás por entonces también pueda hacerme unos nachos con queso o ir a nuestro cine.
Y no es que ahora esté rechazando hacerlo por miedo a que me duela, es que ahora se me coge un nudo en el estómago sólo de pensarlo. No me apetece. No quiero hacerlo. Hay muchas cosas que hacer en esta vida como para hacer aquellas que no quieres.
Supongo que tampoco es coincidencia el que yo entre en Youtube buscando una canción que se llama "It´s my party" y que termine en el trailer de una fan sobre New Moon (el segundo libro de la saga de crepúsculo que recomiendo a absolutamente todo el mundo). Y tampoco es coincidencia que este video que os dejo hable de una chica a la que su novio abandonó. Por otros motivos, porque en la literatura el que se va siempre lo hace por el bien de la chica, pero se acerca a expresar lo que se siente.
Hay dos cosas que quiero decir respecto al video. La primera es un recuerdo con el que llevo debatiéndome ya algunos años. Yo estaba en primero de ESO cuando en la primera página del tema de lengua, de esas que viene una foto muy grande y unas preguntas sobre la vida para dirigir un poco el interés de los alumnos, preguntaba si creíamos que una imagen valía más que mil palabras. El profesor me hizo aquella pregunta a mí, de entre toda la clase, y no creo que aquello fuese una coincidencia. Yo lo negué. Acaba de leer el libro "El jardín Secreto" y la película me había parecido una triste representación. Por supuesto que no se pueden comparar porque no tienen la misma duración, pero es que el jardín de mi imaginación no lo habrían podido representar ni de tener mil años para mostrar imágenes. Pero no le dije nada de eso al profesor cuando me dijo que no tenía razón, y que las llamas de un incendio impactarían mucho más que cualquier narración al respecto. Creo que entonces me convenció. Por aquella época los profesores estaban revestidos de un aura especial para mí. Pero ahora estoy convencida de que una imagen no vale más que mil palabras. Creo que el sufrimiento de Bella, que es el mío también, sólo puede comprenderse cuando se lee el libro. Sólo entonces una entiende la unión que tenían y cómo puede ella sentirse de sola. Hasta que punto vive sin querer vivir. Por eso creo que he elegido este video de entre los muchos que he visto de New Moon, porque aquí estan las palabras mejor elegidas. Al menos para mi gusto.
Además, quería aclarar un segundo aspecto de este video. Me extrañó mucho al principio que no contara cómo termina el libro, que no hubiera final feliz. Queda abierto. Termina diciendo que ella encuentra a otro que resulta no ser lo que ella esperaba, pero que a pesar de todo le quería. Me parece que tampoco eso es una coincidencia. Si el video que más me ha gustado no tiene fnal feliz, es que igual ya no estoy tan segura de lo que quiero. Echo de menos lo que tenía y querría vivir de nuevo aquellos días, pero no esoy tan segura de querer mezclar eso con mi futuro. Al menos hoy.
Dicho sea de paso, hoy mi visión de Mister Perfecto se acercaba más a la que todos tienen de él. Desde luego no puedo negar que es guapo... Y es muy agradable que siempre esté sonriendo... Aunque cada vez que hablo con él me pregunto qué querrá. La verdad es que no sé por qué me preocupa, porque tp es que yo quiera nada de él... Al menos por ahora...
http://www.youtube.com/watch?v=RzR0lMRWDWQ&feature=related
P.D: Teneis que enseñarme a poner un video aquí!!!! Que horror!!! Por ahora dejo el link....
viernes, 30 de enero de 2009
De rosas, cumpleaños y pánico...
Es cierto que tengo días buenos, días llenos de esperanzas, pero esos días no suelo escribir aquí y siempre os toca lo malo. Quise esperar a que saliera el sol, porque siempre me anima despertarme y ver el cielo azul turquesa. Pero los días pasan y siempre se levantan grises. Y ya no puedo más. No creo que se sea más fuerte por guardarse las cosas dentro, no creo que sufrir por amor sea de débiles.
Yo creo que hay personas que anteponen su cabeza a su corazón y personas que simplemente no podemos impedir que nuestras emociones controlen nuestra vida. Y creo que las dos cosas son igual de malas.
Yo siempre he creido que X me dejó porque lo pensó demasiado y dejó que su cabeza mandara sobre su corazón, y no quiero darle más vueltas ahora a la posibilidad de que eso no sea cierto y simplemente se desenamorada de mí porque entonces podría venirme aún más abajo. He tocado fondos mucho más profundos que los de hoy y no quiero arriesgarme. De modo que, dejándolo así, no recomiendo que nadie se enamore de ese tipo de personas, porque sólo apuestan por el amor cuando es racional hacerlo, y a veces el amor no tiene lógica.
Por otro lado, tampoco le recomiendo a nadie enamorarse de alguien como yo. Las emociones pueden marcarnos tanto que un día perfecto se tuerza porque no estamos de humor o nos vengan a la mente los recuerdos en un momento inoportuno. Podemos ser el alma de la fiesta o un fantasma, y tampoco es justo que nadie tenga que vivir con esa ruleta rusa.
Yo llevo una semana normal. En el trabajo sonrío cuando tengo que hacerlo, disfruto de las conversaciones con mis compañeras y así el resto del día. No me descubro a mí misma cantando cuando ordeno los papeles, ni decido bajarme unas paradas antes de llegar a casa por el simple placer de caminar, desayuno en casa en lugar de pasarme por esa pastelería de la esquina que tanto me gusta... Esas son cosas que habría hecho la otra Mimi... Esa que era feliz. Y soy totalmente consciente de la diferencia que eso marca en la relación que tengo con las personas de mi alrededor. Y de la diferencia que marca conmigo misma.
Pongamos un ejemplo.
Cerca de donde trabajaba en mi ciudad hay un quiosco de flores. Siempre que pasaba por allí levantaba ligeramente el pie del acelerador forzando mi suerte para que el semáforo se pusiera en ambar. Me gustaba aprovechar esos pequeños segundos para mirar el jarrón de rosas rojas que tenían puestas al sol. Ya os lo conté en otra entrada. Ese puesto era mi perdición. Podía ponerme contenta si el día se había levantado gris. Era una de esas cosas que te hacen ver que hay mucha belleza en el mundo esperando que tengas un instante para contemplarla.
Aunque yo no soy imparcial. No sé qué tengo con las rosas, pero he llegado a comprender que no es normal. Una noche en la que hablaba con dos amigos en otro país europeo completamente diferente a este sobre el capitalismo uno de ellos lamentó que, por mucho que nos quejáramos nos tenían comprados. Todos nos habíamos acostumbrado a algunos placeres que, a pesar de ser contrarios a nuestra ideología no podríamos abandonar. Él nombró esos segundos que te quedas en la ducha, sin enjabonarte, sólo dejando que el chorro caliente choque contra la nuca. Estás desperdiciando agua mientras otros mueren de sed, pero ese es tu capricho. El capitalismo nos había conquistado. Entonces ella asintió y dijo que no se le ocurría mejor ejemplo, entonces me miró y me preguntó qué pensaba yo.
Yo no tengo ninguna idea política en la cabeza. Ninguna me gusta. No soy anticapitalista pq tampoco ellos me gustan. Sin embargo la pregunta era otra, y tenía muy clara mi respuesta. Me parece una crueldad criar flores para cortarlas de la tierra, pero sin embargo de los mejores regalos que me han hecho nunca han sido rosas. Es un lujo al que no estoy dispuesta a renunciar aunque vaya contra mis principios porque me hace muy feliz.
Mi ex lo sabía muy bien y se encargó de que siempre tuviera una rosa viva en mi cuarto. En ocasiones me la compraba de camino al restaurante en el que íbamos a cenar, y la florista le colocaba un tubido con agua en la base para que no se me secara. Y yo era tan feliz...
Pues ahora llega la otra Mimi y se conoce a un chico hace poco. Un chico wapo, simpático y que la tiene como una reina. Es atento, educado y al parecer está colado por ella. La primera vez que quedamos me regaló una rosa. Pero no era como las rosas de mi niño. Esta no me llenó el alma. Tuve el impulso de tirarla al suelo como si me quemara cuando la cogí. Quería excusarme y salir corriendo de ese lugar. Me quedé porque no depende de mí el que él vuelva y yo tengo que hacer mi vida. Y me pregunté cómo pódía él hacerlo sabiendo que podría estar conmigo en lugar de con cualquier otra.
Mister Perfecto continua tan atento como siempre. Pasando por las mañanas por la oficina sólo para desearme los buenos días con esa sonrisa suya tan bonita. Y siempre que tiene ocasión le pregunta a alguien ¿Y no cree usted que Miriam es preciosa? ¿Y no coincide conmigo en lo inteligente que es?
Y yo quiero esconderme debajo de la mesa a llorar, porque mi niño no me respondió al mensaje que le envié por su cumpleaños. No me dió ni un toque! Nada. Después de cinco años tuve que contentarme con sólo escribirme un mensaje, en el que para colmo no podía decirle cuánto le quería... tuve que reprimir mis ganas de tirarme a sus brazos y él no ha dado ninguna señal de vida. Ha pasado una semana. Ya no me quedan excusas que inventarme. Pasa de mí. Y no sé cómo no me responde aunque sea por respeto. Porque hemos compartido 5 años de nuestra vida.
Y no puedo decírle a nadie cuanto me duele porque entonces todos se meterán con él. Y tendré que defenderle, porque más me duele que lo insulten a que me haga esto. Y cada día me quedan menos maneras de excusarle. Cada día me enfrento a la duda de si es posible que esa persona sea la misma con la que yo salí 5 años. La misma que nunca dejó que en mi cuarto faltara una rosa viva. La misma que vio en una revista un colgante que me gustaba y logró encontrarlo para regalármelo por nuestro aniversario. La misma que todas me envidiaban.
Y ahora está en el mesenger, y no me conecto para que no me hable, porque si me dice 5 frases insustanciales como siempre no sé qué le voy a responder. Porque antes creía que era así porque aún quedaba algo entre nosotros, porque había la tensión de saber que algo nos unía aunque no estuviéramos jutnos. Pero ahora, cuando ni siquiera me responde el sms de su cumpleaños, no comprendo por qué me habla en el mesenger ni qué cree que nos une. No entiendo nada. Y tengo miedo de entrar en el mesenger, explotar y preguntarle porque tengo pánico a su respuesta....
domingo, 18 de enero de 2009
En sueños... y despierta... una vez más... no sé vivir sin ti!
Para ser sincera debo decir que me he despertado balbuceando y desorientada, y que ha sido al comprender dónde estaba cuando ya no he podido reprimirme más. Sólo me ha dado tiempo a comprender una cosa: le he perdido.
En mi sueño me encontraba con mi ex en el supermercado. Él seguía arrebatadoramente prudente, contando siempre sus palabras como si fueran perlas, mirando a la persona fijamente cuando le habla como si no hubiese nada más importante en el mundo. Siempre me encantó su forma de ser, esa tranquilidad que emanan cada uno de sus poros como si la vida no tuviera ninguna complicación si te la planteas del modo correcto. Era como si tuviera horchata en la sangre, y yo fuego.
Yo soy una persona nerviosa, hablo rápido y demasiado, me muevo con urgencia y me molesta perder el tiempo. Todo lo contrario.
Pensé que seguiríamos juntos hasta el final de los tiempos por eso, porque los dos nos complementábamos a la perfección.
En el sueño, mi ex me proponía llevarme a casa y yo le dejaba, haciendo todas esas cosas que hago cuando quiero meter a un chico en mi redes. Como solía hacer con él cuando se hacía el enfadado por algo. Lucía mi mejor sonrisa, hablaba lo justo, no me quejaba por nada y me concentraba en hacerle sentir interesante. Algo que a mi ex no le cuesta porque le sale de forma natural el escuchar como si lo dices fuera lo más importante del mundo, pero con la práctica creo que he llegado a conseguir algo parecido.
Entonces, aparecía por detrás una chica normal. Era morena, de estatura bajita y con la cara menos llamativa que he visto en mi vida. Ni siquiera su cuerpo era bonito. Era muy, muy normal. Y le rozó levemente el brazo por detrás a mi ex diciéndole “ya he terminado”. Y lo comprendí todo.
Comprendí que se pertenecían el uno al otro porque eran iguales. Él no tendría que ser el hielo a su lado para contrarrestar al fuego. Él podía ser como es realmente a su lado. Igual que ella. Eran dos personas repulsivamente normales que marchaban en armonía por la vida. Y en el rostro de mi ex se podía leer la tranquilidad de quien ha encontrado a la persona ideal para él, a quien no tiene que calmar, que soportar en las colas ni escuchar cuando no le apetece. Esa chica tan espantosamente normal ocupaba mi puesto y lo hacía mil veces mejor que yo. Tenía a mi ex feliz, tranquilo. Y supe que se casarían y tendrían hijos sin el más mínimo conflicto. Irían a ver los domingos a los amigos y todos coincidirían en decir lo cometida y prudente que era la pareja, como si su único cometido en toda fiesta fuera hacer sentir especial a la persona que la da, sin ser el alma de la fiesta ni hablar en exceso.
Tendrían niños normales. Ninguno sería hiperactivo ni no dejaría de hablar ni debajo del agua. Serían chicos normales que pasarían una adolescencia tranquila, sin preocuparse por aspectos como “fulanita no me llama”, “menganito no me quiere” o “mis amigas salen hasta más tarde que yo”. Así era mi ex cuando le conocí, arrebatadoramente tranquilo, como si nada pudiera alterarle, como si todo le viniera bien y supiera aceptar con un “vale” cualquier situación.
Yo, sin embargo, estoy hecha de fuego. Los espacios pequeños me comen si me quedo demasiado tiempo en ellos, me gusta hablar y gesticular cuando hablo, tiendo a dar pequeños saltos impacientes cuando me acerco a cosas que me gustan y no puedo ocultarlo cuando me enfado. Cambio mi sonrisa permanente por la cara de disgusto y soy incapaz de dirigirme a la persona con normalidad, o acabo llorando o chillando.
Y claro, aquella chica debía saber mantenerse en su lugar. Y me sentí muy, muy pequeñita a su lado. Como si ella tuviera 40 y yo no hubiese alcanzado los 20. Y quise ser diferente. Quise dejar este fuego que tengo por dentro y tanto le gusta a todos, porque no me sirve si a él no le gusta. Me sentí como cuando Ashley le dice a Escarlata en “Lo que el viento se llevó” que siempre la amará por su amor por la vida. Y después ella escucha a las chicas diciendo que los hombres se divierten con ese tipo de mujeres pero nunca se casan con ellas. Sí señor, esa era mi vida. Mi ex había pasado su juventud conmigo, contagiado por mis tonterías, mis inquietudes, mis continuos movimientos y mi urgencia por vivir, pero luego había encontrado a alguien que le permitía ser él mismo sin tener que ser la niñera de nadie, sin tener que controlar ni soportar mis cambios de humor.
Aunque quizás la encontró antes y por eso me dejó. Y en eso iba pensando en el coche, cuando aquella pareja feliz sentada en la zona delantera no se dirigía ni una palabra. Y parecía que no lo necesitaban. Parecía que a sus almas les bastaba con tenerse la una a la otra en silencio. Y pensé que quizás se encontraron cuando él aún salía conmigo. Y pensé que tenía que haber luchado por él con más empeño en aquella ocasión. No tenía que haber aceptado que me dejara sin más. Aunque si yo ya no le gustaba no podía hacer nada. Y esa realidad me estaba creando una gran ansiedad por dentro. Entonces, él no me había dejado porque se había visto superado por la situación como yo creía, sino porque yo no le gustaba, el problema era yo, era mi personalidad, que no podía competir con la madurez de aquella chica. Y me dolía que teniéndome me dejara sola para irse con ella. A su tranquilidad. A la normalidad. Como si estuviera harto de mí. Como si no pudiera seguir soportando mis historias.
Y esa idea me hizo tener una crisis de ansiedad al salir del coche. Y él salía corriendo a mis brazos, y por un instante pensé que me había equivocado y que se había visto avocado a vivir con aquella chica que no le aportaba nada, y que continuamente echaba de menos mi fuego. Aquella vida desde luego debía resultarle muy aburrida. Pero no era así, me levantó del suelo con cuidado y me preguntó mirándome a los ojos si me encontraba bien. Me perdí en la profundidad de la mirada que tanto tiempo había echado de menos y no pude más que responderle afirmativamente. Entonces, el se giraba hacia su mujer y le hacía un gesto de asentimiento. Con eso bastaba entre ellos, mientras que yo, de ser ella, me habría levantado corriendo del asiento para armar un jaleo preguntando como se encontraba, con el móvil en la mano para llamar a la ambulancia. Sentí como si ellos fueran un matrimonio de la edad de mis padres y yo una adolescente que llevaban a casa borracha o algo así. Eran toda prudencia y calma.
Entonces, como buenamente pude me deshice de su sujeción y comencé a andar muy lentamente, sintiendo como todas esas realidades caían sobre mi cuerpo. Y esta vez sabía que no soportaría mucho más. Esta era la segunda vez que me rompía el corazón y no habría una tercera. No habría ni un mañana. No iba a poder dar muchos pasos hasta que no pudiera seguir luchando. Pensé en lo tonta que era por empeñarme en ser fuerte, no como ella, a la que él amaba profundamente, que de sentirse mal seguro que no tenía fuerzas ni para andar. Pero no sabía dejar de ser yo misma, y caminé hasta que el ronroneo de su coche se alejó y pude dejar de oírles. “Se ha ido”, me dije. Y mis piernas fallaron. Caí al suelo y comencé a llorar desconsoladamente, esperando que llegara la muerte, porque aquel dolor era sobrenatural y no podría sobrevivirle mucho tiempo.
Y así me he despertado. Sabiendo que sólo hay una cosa cierta en todo el sueño, y es que mi niño pronto encontrará a alguien como él, con quien no se vea obligado a ser el hielo para canalizar su excesos y su fuerza. Alguien con quien podrá ser el mismo, lo que quiera que haya entre el hielo y el fuego, que supongo que será normalidad. Y estoy segura de que en cuanto la encuentre sabrá que no puede vivir sin ella. Y yo no seré más que pasado para él. Y no puedo vivir con esa idea. No puedo.
Tiene que haber algo que yo pueda hacer. Tiene que haber algo. Y lo voy a encontrar. Lo voy a encontrar porque no puedo perderle de nuevo. Sé que no voy a poder soportarlo.
Fuera el cielo también llora. El primer día desde que llegué aquí. No sé si él se ha contagiado de mí o al revés.
miércoles, 14 de enero de 2009
Tocada por una mariposa...
sábado, 10 de enero de 2009
Quien lo iba a decir?
"Quien lo iba a decir?"
Grandes palabras, si se saben encuadrar en la conversación adecuada. Tanto como un "ten mucho cuidadito y mucha suerte", "Ya tengo ganas de volver", "Un beso muy grande para ti" o un "Si necesitaras algo". Que no son nada en comparación con un "no lo hago" al que le sigue "se que puedes hacer lo que quieras".
La situación es simple. Me voy el lunes y hoy había despedida en mi casa. Las personas a las que más quiero (o casi todas) vinieron a decirme adiós. Yo, que soy de lágrima fácil y que odio irme de casa, no he llorado nada. En parte porque no me creo que me voy y sospecho que en otra parte porque estoy acostumbrada a vivir sin lo que más quiero.
Mis amigos me han ayudado, se han convertido en mi alma y mis pies estos meses, pero ha llegado un momento en el que sabía que esta parte del camino no podía hacerla con ellos. No podía porque nunca crecería si sigo teniéndoles cerca. No puedo superarlo del todo si tengo a mi mejor amigo repitiéndome cuánto valgo cada vez que se emborracha y a mi mejor amiga apoyándome en silencio cuando tomando un café se me llenan los ojos de lágrimas sin sentido aparente.
Estoy mejor, de eso no hay duda. Igual que sé que todo lo he conseguido gracias a ellos, pero no puedo seguir aquí. De hacerlo, me haré dependiente de ellos como he descubierto que lo era de mi novio. Porque quiero ser lo que los demás quieran, con tal de que me quieran y de que sean felices, y eso no debería ser así. Como quedándome no sé hacerlo, parece que aprovechar este viaje de un año para encontrarme a mí misma es una buena solución.
Es como si me mandaran a una mili intelectual o algo así. “Encuéntrate a ti misma que los demás te esperamos aquí”. O quizás mejor, porque mis amigos no me esperan aquí, sino que podré contar con ellos cada día, en la distancia, pero cerca a la vez.
Y así estaba yo, resignada con mi retiro espiritual europeo de un año, cuando me saludó mi ex por el Messenger. Y me sorprendió que el mundo siguiera en su sitio después de leer su nombre en la pestaña naranja de la barra de tareas. Seguramente sea porque sabía que hoy me hablaría. No puede ser de otro modo cuando él sabe lo mal que lo paso cuando salgo de casa, aunque luego nunca quiera volver del viaje. Me cuestan las despedidas y coger aviones. Me cuesta irme de casa. Y él lo sabe. Después de cinco años sabe muchas cosas de mí. Lo sabe casi todo. Una afirmación muy dura si consideramos que conociéndome de ese modo ha decidido vivir sin mí y prescindir de lo que puedo darle. Pero hoy no estamos aquí para analizar por qué sabe lo que soy y lo que puedo darle y aún así se fue. Porque lidiar con eso ya es demasiado.
La cosa es que la conversación se ha resumido en las 7 líneas del principio, con algunos iconos y monosílabos más. La conversación ha durado algo así como tres minutos. Más o menos como las demás que hemos tenido, con una regularidad media de una por mes. Una maravilla, vamos.
Total, que cuando me ha preguntado si tengo piso, a mí, que soy una histérica de la organización y las cosas bien atadas, le he respondido que sólo para dos semanas. De este modo puedo encontrar algo que me guste más desde allí, o eso le he dicho, porque la verdad es que ningún casero quería cerrar el contrato por más tiempo estando yo en España.
Y se ha atrevido a responderme "Quien lo iba a decir?”
Entonces, he comenzado a llorar, a llorar todo lo que no he llorado en todo el día.
Pues sí, quien lo iba a decir.
Quien me iba a decir a mí, que en los tres meses de psicólogo a los que he acudido para superar que me dejaste he aprendido que las cosas no se pueden organizar, que hay algunos aspectos imposibles de ordenar y que tengo que manejar mis nervios si quiero sobrevivir en este nuevo mundo que no controlo.
O quien me iba a decir que cuando me dejaste estuve tan mal que ya no me da miedo irme a otro país con la única promesa de dos semanas de alquiler, cuando me tengo que quedar todo el año. Si he sobrevivido a este verano, no voy a quedarme ahora en el camino por no tener aún residencia fija.
Pero claro, eso no podía decírselo.
Quizás tenía que habérselo dicho… pero entonces habría comprendido cuánto daño me ha hecho y cuánto le quiero todavía. Y habría dado igual. No habría cambiado nada a pesar de yo haberle servido mi vida en bandeja. De modo que no lo he hecho por orgullo. Y menos mal, porque entonces se apresuró a decirme que tenías ganas de volver a su Erasmus, por si me quedaba alguna duda de la vida que prefiere. Entonces, quise decirle que la disfrutara, porque tiene fecha de caducidad, y ya se verá en unos meses encerrado en esta ciudad que obligatoriamente debe recordarle a mí cuando yo aún siga fuera. Y sufrirás un poco lo que yo he sufrido. Pero me he callado. Menos mal!
Después vino el típico "ten mucho cuidadito y mucha suerte", "Un beso muy grande para ti" y "Si necesitaras algo". No dijo nada más. Sólo “Si necesitaras algo”, entonces, respondí que no se preocupara y me respondió:
-no lo hago
-se que puedes hacer lo que quieras
Lo que quiera menos besarte, tenerte, volver el tiempo atrás… Puedo hacer lo que quiera con las cartas que tengo… Con las que me repartieron el 8 de julio y que desde entonces he aprendido a manejar. Y en algunas manos le gano a la banca y el destino me lo paga en encuentros o momentos para el recuerdo. Pero otros días pierdo.
Lo importante es que estoy aprendiendo a jugar con ellas y no se me da mal. Ahora tengo un nuevo desafío por delante y no tengo tanto miedo como otras veces. En parte ya no soy la misma. “Las cosas han cambiado”. Eso es justo lo que le respondí a su "Quien lo iba a decir?". No supe decir nada mejor. Ni nada que fuera más verdad.