viernes, 19 de septiembre de 2008

El amor no es la única causa de ceguera...


Ya veremos cómo sale esta entrada. Por ahora estoy aquí, con una sonrisita tímida que no tiene claro si dejarse ver, porque tampoco ella apuesta por que esto vaya a durar demasiado. Es como aquella mañana que pasé con mi amiga, en la que casi casi me creía eso que dice mi madre de que "cuando una puerta se cierra se abre una ventana".

Es una situación difícil la mía, la de enfrentarme a todas mis creencias, desde las más sólidas y consolidadas a las más insignificantes y circunstanciales. Me dicen lo mismo que un compañero blogero en su comentario, al que gustosamente he decidido dedicarle esta entrada, porque estoy convencida de que algún día miraré atrás y me tiraré del pelo por no haber confiado antes en sus creencias, que por muy extraño que parezca, dado el matiz tremendista de este blog, son las mismas que las mías.

Capítulo 1- El sol siempre sale
Siempre me gustó la película Sonrisas y Lágrimas. De pequeña, me sentaba a verla sin comprender qué significaba aquello de la araña en la bandera que tanto enfadaba al padre de familia. Sólo con unas lecciones de Historia comprendí que con esa "araña" llegaba todo un nuevo régimen (el nazi exactamente) y entendía la huída silenciosa de la casa, la insistencia de la policía en controlarles, el amor imposible de la hija mayor con un chico de uniforme beige y la escena final en la que todos subían montañas, así como por amor al arte.
Más tarde, en mi más tierna adolescencia, comprendí el momento en el que la monjita decía esa frase de mi madre sobre puertas y ventanas. Al parecer, la vida no terminaba por mucho que así lo creyéramos nosotros, y siempre encontraba la manera de seguir adelante su camino, abriendo puertas o ventanas y encontrando sendas que resultaban ser mejores incluso que las anteriores. Pero para entenderlo tuve que conocer a mis amigas del instituto, y tratar de hacerme una idea de cómo habría sido mi vida de quedarme en el colegio. Hasta que no estuve tranquila y feliz no supe ver la verdad de esas palabras, y me prometí que la próxima vez no tendría miedo de lo que me pasara, porque siempre saldría el sol.

Capítulo 2- Hay que confiar en el destino
Hace tres años me fui de Erasmus, dejando en mi ciudad a mi novio con la promesa de que volvería y le compensaría por mi ausencia. Me fui llorando y volví llorando.
Tomar el avión se me antojaba una decisión más parecida al suicidio que a una realización personal, ya que me veía en la obligación de realizar mi vida sin permitir que los lazos con una persona me ataran, pero en esa lucha podía perder lo que más quería. Y eso me daba pánico.
Entonces, antes de que llegara el día señalado, mi novio me regaló una declaración de confianza y yo quise devolverle el sentimiento. Me armé de valor y traté de convencerme de que todo saldría bien, creyendo que con esa promesa confiaba en el destino, aunque en realidad no hacía más que apostar por que nuestro amor sería más fuerte que aquella separación. Aunque sólo me di cuenta de ese matiz cuando mi avión de regreso despegaba, y me llevaba de nuevo a sus brazos.
No había confiado en el destino. Al acercarme al futuro, no había cerrado los ojos y me había dejado guiar, sino que había tenido su mano para mostrarme el camino de vuelta a casa. De vuelta a su lado. Y no me arrepentí, porque aunque fuera a mi manera, yo había sido una mujer independiente que no dejaba que su novio le atara los pies. Y con esa decisión había crecido como persona, por lo que me prometí que la próxima vez tomaría los retos con mayor tranquilidad. Al fin y al cabo el destino tenía algo pensado para cada uno de nosotros, y no podía ser nada malo. Sólo había que dejarse llevar por el camino que te tiene marcado con la confianza de que todo saldrá bien.

Capítulo 3- Nunca se ve el final del túnel cuando se está dentro
Esta última crisis en mi vida ha sido la más dura. Yo, que me creía una persona independiente y que creía tener todo un universo construido más allá de él, me he hundido como nunca tras su pérdida. Aunque haya pasado cosas peores, esta es la que más en el corazón me ha dado, y con eso no se juega.
Ha sido tan horroroso que cuando no sufro una insoportable pena en el pecho me siento vacía. Entonces, me asusto al descubrir que prefiero el dolor de su pérdida que la indiferencia al irlo superando, porque eso significa que le estoy perdiendo, que esto cada vez tiene menos vuelta atrás y que el tiempo no está pasando en valde. Ya no veo el principio del túnel, es cierto, pero tampoco veo el final. Ahora todo es oscuridad a mi alrededor, y no podeis pedirme que luche contra ella, yo, que a mis 23 años aún duermo con peluche.
Sin embargo, en otros momentos soy una alumna disciplinada y casi creo en mis dos conclusiones existenciales anteriores, y confío en que el sol saldrá porque el destino se encagará de llevarme por el camino adecuado. Pero entonces, justo antes de llegar a creermelo, viene la más absoluta oscuridad. Por eso creo que he logrado cerrar el ciclo de conclusiones existenciales con un tercer mandamiento. Nunca se ve el final del túnel cuando se está dentro. Y es una pena, porque sospecho que me reafirmaré en esta verdad existencial cuando lo haya superado y mientras la vida me sonría, y en la próxima crisis pasaré a olvidarla, como me pasa siempre... Por eso se dice eso de que los que están dentro no lo ven... porque el amor no es la única causa de ceguera...


Puede ser, que me haya equivocado una y otra vez, pero esta vez es cierto que todo va a ir bien, lo siento aquí en el pecho y en tu cara también y debe ser que pienso igual que ayer pero del reves todo se ve mas claro, mas facil no se, las cosas se van ordenando solas sin querer, y dicen que si una puerta se cierra se abre otra no se mas grande mas bonita y mas facil que ayer, mas facil que ayer y esta vez en cambio de una puerta viene un ventanal muy solido muy fuerte y con vistas al mar, con vistas al mar...

Y puede ser que me equivoque otra vez y puede ser que vuelva a perder, pero la vida me dice que me toca a mi eso de sentirme bien, y puede ser que me equivoque otra vez..(2)

y ahora que se marcha la tristeza y las penas tambien quisiera despedirme diciendoles que espero que no nos volvamos a ver debe ser que pienso igual que ayer pero del reves todo se ve mas claro, mas facil no se, las cosas se van ordenando solas sin querer, y dicen que si una puerta se cierra se abre otra no se mas grande mas bonita y mas facil que ayer, mas facil que ayer y esta vez en cambio de una puerta viene un ventanal muy solido muy fuerte y con vistas al mar, con vistas al mar...

Y puede ser que me equivoque otra vez y puede ser que vuelva a perder, pero la vida me dice que me toca a mi eso de sentirme bien, y puede ser que me equivoque



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