miércoles, 17 de septiembre de 2008

Game Over


Lo estoy intentando. Estoy intentando soportar tu ausencia. Con todas mis fuerzas.

Cada mañana mi primer pensamiento es para ti. Ni siquiera he abierto los ojos cuando recuerdo que me has dejado y me giro en cama esperando poder darle la espalda a la realidad, pero el tiempo pasa y tengo que decidir entre perderme entre las sabanas o coger el autobús. Hay días en los que consigo llegar a mi hora, pero hoy no era el caso.

Si la mañana esta fría cruzo los brazos en el pecho, y poco a poco me voy encogiendo en mi misma, hasta que, sentada en el autobús, caen por mis mejillas las primeras lágrimas del día. Entonces, me asalta el recuerdo del calor de tu cuerpo, el tono de tu voz y la luz de tu mirada. Y me muero de miedo de pensar que te he perdido para siempre, que nunca más vas a ser mío.

Así pasan las horas, alternando la pena de no tenerte con mis intentos por encontrarle un sentido a la vida más allá de estar a tu lado. Y a ratos me pierdo en el trabajo y me río con mis compañeros. Incluso llego a pensar que igual sobrevivo este año sin ti.

Cuando me doy cuenta estoy andando sola por mi ciudad, y mi pensamiento vuela como mariposa posándose en diferentes recuerdos a tu lado. Antes, lloraba desconsolada tu ausencia, pero desde el sábado trato de valorar la alegría infinita de haberte tenido, aunque fuese una simple hora. Y a veces funciona. Entonces, como ayer, sólo sé sonreír, como solía hacer antes de que me dejaras. Al parecer, eres el mal y el remedio de todos mis males.

Sin embargo, hoy no he logrado valorarte como te mereces. No he sabido conformarme con haberte visto una hora. Yo quería ir a comer a tu casa, dormir la siesta abrazada a ti, ver una película en tu cuarto, dar un paso por el centro, tomar un helado de chocolate blanco y cenar en el VIPS. Quería tenerte a mi lado aunque sólo fuera para mirarte, aunque no pudiera rozarte ni un segundo.

Quise borrarte de mi mente y me engañé a mi misma con una falsa autoestima, un optimismo barato que me repetía que saldría de esto y podría volver a ser feliz, aunque de otro modo. Y me fui a comer con mi compañera, pero en la puerta encontré un folleto de la Feria de las Naciones, donde solíamos ir cuando nos quedábamos solos en tu casa por la noche y volvíamos de cenar. Pasábamos por los puestos, nos parábamos delante del de muñecas y me preguntabas si quería una rubia con mi nombre. Yo siempre te decía que no, pero era mentira, y esperaba en vano que me compraras una contra mi voluntad. Pero nunca lo entendías, y cuando ya estábamos en el portal de casa y llevaba diez minutos con el puchero, me sonreías y me preguntabas de nuevo si estaba segura que no quería la muñeca. Entonces, yo te reconocía que quería una pero que ya daba igual, pero te lo decía porque sabía que no me dejarías sin ella, y que a la mañana siguiente la tendría en la cama al levantarme. Pero siempre te quedabas dormido.

Y de ese recuerdo pasé al de nuestras cenas en el Mc Donalds, y mi compañera estaba delante mía como si fuese una pared, porque yo no podía oírle, hablaba en algún idioma desconocido para mí.

Luego me propuso ir d compras, y yo sólo veía las sudaderas que te gustan y los conjuntos de ropa interior que me habría comprado para sorprenderte este fin de semana. De modo que decidí huir del mundo, y olvidar el calor de tu cuerpo al rozarse con el mío, pero el pasillo anterior a mi cuarto olía a tu champú, a tu desodorante, a tu ducha…. Olía a ti mojado saliendo con una toalla atada a la cadera. Y con ese recuerdo si que no puedo. Así que me rindo por hoy.

GAME OVER

No hay comentarios: