lunes, 29 de septiembre de 2008

Me ha domesticado...


Pero..., quién eres tú?-preguntó el principito- Eres muy hermoso...

-Soy un zorro-dijo el zorro

-Acércate..., ven a jugar conmigo-propuso el principito- Estoy tan triste!...

-Jugar contigo?

-No..., no puedo-dijo el zorro- Aún no estoy domesticado.

-No-dijo el principito- Busco amigos. Qué significa "domesticar"?

-Ah!..., es una cosa muy olvidada-respondió el zorro- Significa "crear lazos"

-Crear lazos?-preguntó el principito

-Así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...

-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado.(...) Y... qué es lo que debo hacer?-preguntó el principito

-Debes tener suficiente paciencia-respondió el zorro- En un principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca.


Al otro día el principito volvió:

-Lo mejor es venir siempre a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.


Luego sugirió al principito:

-Vuelve y observa una vez más el jardín de rosas. Ahora comprenderás que tu rosa es única en el mundo. Cuando vuelvas para decirme adiós, yo te regalaré un secreto.


Se dirigió el principito nuevamente a la rosas:

-En absoluto os parecéis a mi rosa. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.Las rosas se mostraron ciertamente molestas

-Sois bellas, pero aún estáis vacías-agregó todavía- Nadie puede morir por vosotras. Es probable que una persona común crea que mi rosa se os parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa...

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