miércoles, 31 de diciembre de 2008

Para el 2009... Quiero la Luna!

Sólo lo había dicho en voz alta una vez. Y se lo había dicho a una chica que ni siquiera conocía por estas fechas el año pasado. Quizás por eso tuve el valor de mirarle a los ojos y decírselo. No he sido capaz de decírselo a nadie más, porque a ellos les dolería más que a ella, y por descontado más que a mí.


Hoy veníamos de hacer las compras para la cena de fin de año a las cuatro de la tarde, porque mi madre siempre se planifica igual de bien, cuando sin saber cómo he terminado confesándoselo. Ha sido de una manera casual y muy poco tormentosa. Quizás por eso he podido, porque no estaba dicho de forma que fuera a calarle el mensaje, no creo que haya entendido lo que escondían esas palabras.
Y al decírslo me he dado cuenta de que eso es lo único que he sacado en claro de todo el dolor de este año. La parte positiva de lo negativo. La enseñanza que sólo se aprende a base de palos. Porque en ningún momento he negado lo bonito que he recibido de este año; nuevas amigas, nuevos amigos, viajes, recordar que al final de todo siempre me queda mi madre, que mi hermano me quiere a su modo y que muchas personas me quieren mucho más de lo que merezco.
Por eso el año pasado, al tomar la última uva, pedí para mis adentros, muy muy fuerte que todo siguiera igual este año. No quería ni un sólo cambio. No se podía ser más feliz.
Viéndolo desde la distancia me parece absurdo el deseo. La vida son ciclos, y algún día tenía que bajar. Los cambios no pueden evitarse.
Y mi cambio vino. Bueno, todos ellos, aunque uno en especial. Y perdí a Mimi. Me perdí a mí misma. Creo que es lo más duro que me ha pasado nunca. Verme sin alas, sin sonrisa, sin color, sin ánimos, sin magia... Y ver cómo todos a mi alrededor se preocupaban y cuchicheaban delante mía la manera de hacerme volver, como si no estuviera delante, aunque quizás tenían razón, lo que les devolvía la mirada no era yo, Mimi estaba ausente. En otro país, en un mundo paralelo, en otra galaxia, no lo sé.
Me acurruqué en mi cama a ver pasar los días, creyendo que llegaría un momento en el que mi cuerpo no pudiera más con el dolor y se diera por vencido. "No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante", decía mi amiga. Y yo desde luego no pensaba quitarle la razón.
Entonces, un día como otro cualquiera, después de que pasara la tormenta y me hallara yo buscándome a mí misma entre los destrozos, me volvió a repetir la frase, y por primera y única vez le dije: "Yo creí que mi cuerpo no aguantaba y que de esta no salía".


Hoy veníamos de hacer las compras para la cena de fin de año a las cuatro de la tarde, porque mi madre siempre se planifica igual de bien, cuando sin saber cómo he terminado confesándoselo. Ha sido de una manera casual y muy poco tormentosa. Quizás por eso he podido, porque no estaba dicho de forma que fuera a calarle el mensaje, no creo que haya entendido lo que escondían esas palabras. Cuando me ha preguntado qué cambio veo desde julio, desde que todo comenzara, le he dicho que ahora sí creo que voy a sobrevivir. A ratos quiero hacerlo con todas mis fuerzas.
Mi madre me ha respondido que este año le pediremos a las uvas que "no nos caiga encima lo que nuestro cuerpo puede soportar". Y es que el suyo puede con mucho más que el mío, está hecho de una madera especial. Yo siempre he sido una cosa más chica, graciosa, voluble y sensible. La versión delicada. Pero aún así, en este año he creido y querido morir y me he recuperado. No puedo agradecerte, ni a ti ni al 2008, el empujón, pero al menos puedo estar orgullosa de haber sabido salir del lío en el que me habeis metido. Aun con altibajos, pero estoy fuera. Igual que quiero estar fuera de este dichoso año. No me cae bien. Lo que me ha dado no comprensa lo que me ha quitado. Las alegrías están empañadas por la pena. Aunque sea un año par, de los que tanto me gustan.
Por eso me alegro de que esta noche llegue el 2009. Porque hubo momentos en los que pensé que no llegaba a conocerle, porque me promete experiencias que ningún otro me ha prometido, porque no voy a conformarme como todos los años con el "Virgencita déjame como estoy", porque ya no quiero las estrellas... Ahora quiero la Luna.

Feliz Año a todos...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Cuando pasa la tempestad...


Hoy me ha preguntado una amiga cómo estoy tan segura de que te echo de menos a ti como persona y no la costumbre, la rutina y la tranquilidad de sentirme querida y tener pareja. Entonces, le he explicado por qué lo mío con Javi nunca funcionó, cómo su cuerpo nunca colmó mis necesidades ni su espíritu llenaba mi alma. Como nada en este mundo hace que deje de desear rozarte la mano, mirarte a los ojos y escuchar tu respiración. Porque no tengo una agenda libre que llenar, sino un corazón destrozado por tu ausencia. Porque tengo medio cuerpo llorando por no tenerte y la otra mitad desesperado buscándote por los alrededores. Porque ando por mi ciudad como si fueras a venir desde atrás a abrazarme y miro el móvil siempre con la esperanza de que te hayas arrepentido.

Aunque no pueda tenerte porque aún quede un año de distancia. Aunque sepa que tu cabeza nunca te permitiría llamarme sin estar completamente seguro de que quieres volver conmigo y de que eso es lo mejor para mí, algo que por ahora es imposible asegurar. Aunque sepa que en unas semanas haces las maletas y te vas, tal y como hago yo, pero cada uno a una parte diferente de Europa. Aunque todos crean que lo mejor es que te olvide y te prometiera mil veces que lo haría, que no contaras conmigo una vez dado el paso.

Y sueño que si te llamo ahora y te digo la verdad, que eres la causa de mis males y el remedio, me sonreirías y volverías a mi lado. Pero los sueños, sueños son, y tengo que reconocer que ahora no es el momento. Que no podemos volver ahora. Que no funcionaría. Y entonces, me planteo que igual tengo que vivir mi vida este año para poder encontrarte el que viene, si ese es mi destino. Y entonces la pena se me hace más soportable. Y te quiero porque no puedo evitarlo y no podría arrepentirme de sentir algo tan bonito por alguien. Pero no es el momento adecuado y tengo que esperar. Nuestro amor tiene que esperar. Yo, mientras, voy a hacer mi vida, como tantas veces he dicho, cuando pasa la tempestad y llegan la calma y los buenos propósitos. Voy a vivir mi vida para valorar lo tenga cuando llegue, para haber vivido todas aquellas cosas que no se pueden vivir después, para conocerme a mí misma, lo que quiero y lo que busco.

No es que la pena haya desaparecido, más bien cuelgo de un hilito que puede romperse de nuevo en cualquier momento, pero la caída no va a ser tan grande como la de ayer. Ahora sólo puede ir a mejor. Así hasta que vuelva a la "normalidad" de estas últimas semanas. Y mejoraré poco a poco. Porque no es justo decir que quiero estar contigo y no luchar por sobreponerme. No quiero que me encuentres así si vuelves ni quiero haber malgastado el tiempo de separación sin haber aprendido nada. Los demás dicen que por el camino encontraré alguien que me merezca más y olvidaré que hacía todo esto por ti. Algunos me dicen que entonces los niños que tenga me saldrán rubios con los ojos azules, como no podría haberme pasado contigo. Pero yo se que se equivocan... Les dejo hablar como a los locos... porque hay que tener muy poca cabeza para pensar que podría querer a alguien más que a ti... Eso es todo nene... Feliz Navidad... Te quiero!!

jueves, 25 de diciembre de 2008

Igual que siempre... todo se resume en ti...

Sólo se me ocurre una pregunta: ¿Cómo pudiste?



¿Cómo pudiste decidir en un momento dado que estabas cansado de salir conmigo?
¿Cómo pudiste hablar conmigo después y no decirme nada?
¿Cómo pudiste verme llegar el último día sabiendo que nunca más sería así?
¿Cómo pudiste mirarme una y otra vez a modo de despedida?
¿Cómo pudiste tomarme de la mano como si no pasara nada?
¿Cómo pudiste ser capaz de pronunciar las palabras?
¿Cómo pudiste marcharte?
¿Cómo pudiste defender tus motivos?
¿Cómo pudiste dejar pasar los días y los meses sin llamarme?
¿Cómo pudiste mantener tu decisión?
¿Cómo pudiste no echarme de menos locamente?
¿Cómo pudiste irte sin mirar atrás?
¿Cómo pudiste vivir tu vida sin mí?
¿Cómo pudiste?¿Cómo pudiste?


Sin embargo, más me duele aún el presente. Más me duele que hoy no te duela mi ausencia, que no me hayas felicitado las navidades, que no quieras saber nada de mí, que no recuerdes a tu nena...
Porque habría sido tuya de nuevo si lo hubieras pedido. Aunque hayan pasado estos meses. Aunque no haya respuesta para todas las preguntas que me han martirizado desde que me dejaste.
Me puse de plazo hasta hoy. Haría una semana desde que llegaste, tiempo para hacerte de nuevo el cuerpo a nuestra ciudad, para recorrerla sin mi mano junto a la tuya y para darte una excusa por la que llamarme. Y pasó el 24. Y nada. Y pasó el 25. Y nada.
No has aprovechado el tren porque no has querido. No quieres estar conmigo. Y no sabes cuánto duele eso. Duele más que nada en este mundo. Duele como el primer día, quemándome el pecho como si nunca fuera a sobreponerme de esta tristeza, como si ya nada tuviera sentido aunque el mundo siga girando. Porque me falta tu sonrisa, tu mano enlazada a la mía y tus palabras al oído. Y ahora toca hacer balance de este año que se ha ido y me salen las cuentas a deber. Me deben mi año. Me deben los seis primeros meses que pasé agobiada y siendo otra persona por los estudios y el trabajo. Y me deben los seis siguientes, porque vivir como un fantasma no debería contar. De modo que quiero pedirle a las uvas que no haya 2009. Quiero que haya 2008. Que todo esto sea una pesadilla, como ocurre en tantas de esas películas que se emiten estos días, en los que la protagonista puede ver las consecuencias de sus actos en un sueño y al despertarse puede evitar el gran desastre.
Yo quiero tener una vida contigo. Empezando desde hoy. Y quiero pedírselo a los Reyes Magos, pero ni ellos tienen capacidad para traerte de vuelta. Ni las uvas pueden girar las manecillas del reloj al contrario y devolverme el 2008. Pero entonces, ¿para qué existe la Navidad? ¿Por qué tanto bombo? ¿Por qué nos engañan de esa manera? ¿Dónde está la magia? ¿Dónde esta ese trocito de felicidad que me corresponde?
Al final todo se resume de nuevo en lo mismo. En que me dejaste y no has vuelto. Me pregunto cuánto tiempo durará esto y cuánto voy a aguantarlo.





P.D: Ah! Se me olvidaba... Feliz Navidad!

martes, 16 de diciembre de 2008

Realmente, mañana será otro día


"Lo que el Viento se Llevó" siempre tiene el sentimento adecuado guardado en sus cuatro horas, las palabras perfectas. Cada vez es una parte diferente, una situación paralela en la que me siento identificada. Hoy es el final, uno de mis finales preferidos de todas las películas de amor que nunca he visto, porque no termina con los felices y las perdices... Termina diciendo que la vida no es tan fácil como casarse y confiar en que ese compromiso se respetará toda la vida.

Dice que hay que luchar cada día. Que nunca hay que perder la esperanza. Que si quien tu quieres no está a tu lado, sí que puedes hacer algo diferente a esperar dormida que vengan a besarte como Blancanieves... Y no me refiero a recuperarle, aunque se me antoje como la parte más jugosa del botín... me refiero a esa Escarlata en la tierra roja de Thara, con el árbol seco a su lado y jurando que nunca más pasaría hambre... y levantó la plantación después de la guerra... porque en esta vida hay que tener mucha fuerza y esperanzas, aunque todo parezca desmoronarse a nuestro alrededor. Aunque el caballo se muera a las puertas de la casa cuando estás llegando, aunque quieras irte y tu amiga embarazada te lo impida, aunque un soldado quiera apoderarse del último par de pendientes que te queda, aunque un hombre sin escrúpulos vaya a regodearse de su buena situación a quien antes le dio trabajo...

Siempre me gustó Escarlata, con ese egoísmo suyo que la convierte en la mejor de las supervivientes, pero a la vez totalmente entregada a los suyos... Y quisiera pensar que tengo algo de ese empuje, que para mí también mañana será otro día...



Scarlett: Oh, Rhett, ¿A dónde te vas?

Rhett: Me voy a Charleston. Vuelvo a mi tierra.

Scarlett: Por favor, por favor, ¡llévame contigo!

Rhett: No. He roto con todo lo de aquí. Yo busco la paz. Quiero ver si consigo hallar algo que tenga algún encanto y dulzura en la vida. ¿Sabes de qué estoy hablando?

Scarlett: No. Yo sólo sé que te quiero.

Rhett: Esa es tu desgracia.

Scarlett: Oh, Rhett. ¡Rhett! ¡Rhett!

Scarlett: Rhett, si te vas, ¿a dónde iré yo? ¿Qué podré hacer?

Rhett: Francamente, querida, eso no me importa.

Scarlett: No debería dejarle ir… No. Habrá algún medio para hacerle volver. Ahora no puedo pensar en ello. Me volvería loca si lo hiciera. Ya lo pensaré mañana........ Realmente, mañana será otro día.

martes, 9 de diciembre de 2008

Un poquito como Campanilla...

Tengo cierto miedo a escribir aquí...
Desde que me dejó, parece que si escarbo demasiado voy a recaer...
No puedo decir que los últimos días haya estado bien...
Haciendo memoria recuerdo que ha habido algunos momentos de bajón muy duros...
Pero ya los había olvidado, y he abierto esta entrada dispuesta a deciros que estoy feliz...
Tan feliz como se puede ser en estas circunstancias, que con eso me basta por ahora...
Y como supongo que no puedo evitar las bajonas, lo importante es recuperarse...
Recuperarse tanto como para olvidar a ratos todo esto...
Y entonces, me rio como una loca...
De hecho, este fin de semana lo he pasado muy bien...
Y he quedado esta semana para cenar con Javi...
Ahora tengo un poco de Campanilla corriendo por las venas...
Se me nota en los andares...
Y en la sonrisa...

martes, 2 de diciembre de 2008

De felicidad y otras cosas... a pesar de todo... te quiero...


Hoy brillaba el sol en mi ciudad. Era un sol de esos que alegran el dia aunque haga frío y que reconforta cuando tienes la suerte de poder pararte algunos segundos bajo sus rayos.

Yo he sido afortunada, porque llegué al lugar donde iba tres cuartos de hora antes y pude darme un paseo por los alrededores. Casi sin saber cómo, llegué a mi puente favorito, supongo que de algún modo siempre acabo allí, aunque no sea físicamente. El sol me daba en la cara y perdi la vista en el contraste de la torre con el azul del cielo.

Pensé en lo fácil que era ser feliz. Antes, habría llamado desde el puente a mi niño, le habría dicho que me daba el calorcito en la cara y habriamos quedado para ir al cine. Me encantaba llamarle en esos momentos, cuando todo parecía sonreir a mi alrededor.

Creo que entonces es cuando alguien se da cuenta de que es feliz, cuando las torres, los puentes, el río, el sol en los edificios y el movimiento de las manos sonríe. Cuando el corazón puede sentir la vida que tienen las cosas inanimadas, que no es más que la proyección de la propia vida que rebosa la mirada de quien esta en paz consigo mismo y tiene lo que ama. En ese orden, porque para amar hay que estar primero bien con una misma y porque hay que tener lo que se ama, y no amar lo que se siente. Nadie debería conformarse con amar lo que tiene.

Yo tuve la suerte de saber que era feliz y poder disfrutar de cada instante. En algunos momentos, me decía cualquier tontería y yo no podía para de reir, como si fuese la persona más graciosa del mundo. Mi niño sabía bien que nadie se había reido tanto de sus bromas, y me repetía que tenía un humor muy malo. Entonces, yo le decía que no podría dejarme porque nadie consideraría que fuera gracioso mas que yo. Sin embargo, ambos sabíamos que no me reía por lo que dijera, sino porque era feliz. Con todas las letras, en mayúsculas y subrayado. Tengo la suerte de haber reido de felicidad. Sólo por escuchar sus palabras, verle a mi lado y sentir en el pecho la alegría inmensa de estar justo donde quiero estar, con quien quiero estar y como quiero estar. Y era maravilloso. Mágico. Por eso se que estuve enamorada y que fui muy feliz.

Y el fin de semana pasado, mis amigas me decían que las películas y las novelas de amor son las culpables de todos nuestros males, porque nos hacen creer que realmente hay alguien con quien el mundo se para y junto a quien no puedes parar de reir como una tonta, como le pasa a la chica del Diario de Noah. Y yo intenté trasmitirles cómo se erizaba su piel cuando me acercaba recién salida de la ducha a su espalda, cómo quería comérmelo a besos cuando me abría la puerta de su casa, cómo estando a su lado quería ser mejor persona, cómo recuerdo el brillo de sus ojos cuando me veía venir de lejos, cómo una vez que empezaba a reir a su lado no podía parar, cómo ir al cine podía ser mejor que tomar un avión a cualquier parte del mundo, cómo su respiración a mi lado en la cama hacía que sintiera que nada malo podía pasarme, cómo daba un pequeño saltito en el sofá cuando le veía aparecer por el marco de la puerta para demostrarle lo feliz que era de verle, aunque sólo hubiese estado fuera un instante, cómo sentía que apaciguaba mi alma su voz cuando tenía un problema, cómo su espíritu levantaba al mío cuando no tenía fuerzas para tirar adelante, como si realmente pudiese entrar en mi, colocarse justo debajo con sumo cuidado y levantarse llevando en la espalda mi peso...

Y todas me miraron calladas... Una chica que conozco desde hace pocos meses, y que no conocía nuestra relación rompió el silencio con una frase que hizo que se me saltaran las lágrimas. Dijo que nunca había oído nada parecido, que era la primera vez que oía a alguien que estuviese realmente enamorada y comprendía lo que se siente... Entonces, mi mejor amiga le respondió "es que lo de Mimi no era normal. Esa relación era otra cosa..."

Y es que era otra cosa, algo diferente, irrepetible. Porque estamos hechos el uno para el otro y lo sabes. Aunque entonces... como pudiste???

jueves, 20 de noviembre de 2008

Vivir feliz...


Ayer estuve en un lugar que me recuerda a él. En una ciudad para ser exactos. Habíamos estado allí para celebrar fin de año. Las calles estaban iluminadas, la gente caminaba cargada con bolsas y el frío obligaba a llevar gorro. Nosotros estábamos allí con su familia, pero siempre encontrábamos la manera de quedarnos a solas, y esos pequeños momentos, esas pequeñitas cosas que hacíamos pude disfrutarlas en doble. Esperar un taxi, comprar un cinturón, ver un acuario o ir a un centro comercial.

Y no es que yo sea una consumista, es que me parece mágico ese movimiento de personas cargadas con bolsas, esas tiendas decoradas, esa alegría de saber que tienes que encontrar un regalo especial para alguien...

Y ayer comenzaba esa magia en la ciudad, y me acordé de él... Y me pregunté si algún día lograría olvidarle del todo, no tenerle en la mente cada vez que paso por donde antes caminé con él. Y me di cuenta de que recordaba aquellos buenos tiempos, esa felicidad de entonces. Ya no deseo en todo momento tenerle a mi lado, vivir esa situación con él, poder tomarle la mano. Ya no. Y me da pena, porque igual estoy cerrando un capítulo, el más feliz de mi vida.

Sin embargo, no es nada nuevo que ya no soy tan feliz, e igual buscar nuevas maneras de serlo sea buena idea. Igual esta nueva fuerza que tengo para levantarme y vivir el día a día sea un buen comienzo. No sé que me depara el destino, pero al menos ahora no me da miedo. Hay días en los que querría que fuera con él, que todo se solucionara y volviera mi vida de antes. Otros días confío en llegar a ser feliz sin él. Y lo mejor es que, de una manera o de otra, sé que la vida sigue. Y quiero que sea así. Ahora quiero vivir. Vivir feliz.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿Y ahora?


¿Qué se hace ahora?

El lunes después de trabajar me fui de compras con mis amigas, y no sé cómo, acabamos en una tienda de ropa interior. Y luego otra, y luego otra. Ya en la tercera no podía soportalo más, y pensé que tenía que reponer la mitad del armario que he guardado en una caja porque me recuerda a él. Es duro, porque tengo miedo de no volver a abrir esa caja, a no volver a estar con él, pero no quiero quedarme anclada en el pasado.

Es un gran paso, aunque no lo parezca. Antes me habría muerto antes que superarlo. Creo que no quería vivir sin él. No quería querer a nadie más ni aceptar que se había ido.

Ahora no lo tengo tan claro. Por supuesto que sigo enamorada de él, pero por supuesto tb que es cierto que hasta un desconocido se porta mejor conmigo de lo que él lo hace. Y han pasado cuatro meses y me he dado cuenta de que me ha abandonado totalmente. Antes no quería verlo, estaba demasiado centrada en mi dolor y en mi misma para analizarle a él. Pero ahora, cuando pienso en el contacto que hemos tenido, me doy cuenta de hasta qué punto pasa de mí. Ya no soy nadie para él.

Por eso quizás estoy empezando a abrirme un poco a los demás, a mis amigos y familiares. Porque me doy cuenta de que me falta mucho cariño, el que él me daba. Y ellos pueden dármelo, cada uno en su pequeña dosis, pero juntándolos a todos, a veces, creo que podría sobrevivir la espera. Aunque tampoco sé si sería posible que se produzca tal regreso. Si hoy llegara y me dijera que me quiere, que no puede vivir sin mí y me pidiera que le perdonara, no sé cómo podría yo creerle. No sé cómo podría confiar en él de nuevo, cuando me tuvo en la palma de la mano y me arrojó todo lo lejos que pudo, sin decirme si quiera que sus sentimientos estaban cambiando. Detrás de cada silencio suyo estaría mi duda, mi miedo.

Y la única manera de no hundirme cuando pienso en ello, es que estoy mejor. La verdad es que antes pensaba que nunca podría ilusionarme de nuevo con un chico, y ahora, aunque sigo pensando que jamas querré a nadie como le quiero a él, al menos tengo que reconocer que me descubro a mí misma sonriendo cuando pienso en Javi.

Algunas tardes, como la de ayer, tengo ganas de verle. Desde aquel jueves no le he visto, en un principio pq no salía la posibilidad, y ahora que la he propuesto yo, porque no hemos conseguido ponernos de acuerdo. Y a ratos me acuerdo de mi niño, y me pongo triste y lloro, pero otras veces tengo la fuerza de decirme "si me quiere que venga y luche por mí".

Antes pensaba luchar a muerte por él, y ahora, conforme pasa el tiempo, voy viendo que yo he hecho todo lo que he podido y que la espera casi acaba conmigo. Realmente ha habido días en los que me he acostando pensando que no volvería a despertarme. Y si él pusiera de su parte yo lucharía como la de más, pero no voy a esperarle ni a pensar nuevas maneras de acercarme a él. Va a tener que dar él el primer paso.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La vida está llena de casualidades...


La vida está llena de casualidades. Algunos dicen que es el destino, yo prefiero pensar que el destino me tiene preparado algo mejor que lo de hoy. Por eso prefiero decir que han sido varias casualidades, todas juntitas, una detrás de otra...

Resulta que esta mañana he tenido que ir al lugar donde trabaja el padre de mi ex, a la puerta de al lado de su despacho, y no he querido pasar por allí sin saludarle, sin darle dos besos. No he querido pasar de largo porque creo que a las personas se les quiere indiferentemente de las circunstancias, por eso no creo que mi ex se haya convertido en una mala persona por haberme dejado ni quiero menos a su padre por no salir con él. Es una buena persona y sé que en el fondo me quiere. Por eso he pasado a saludarle, sólo un instante, porque enseguida se me llenaron los ojos de lágrimas, y entonces, le lancé un beso desde el escaso metro y medio q nos separaba y me fui apurada.

En todo el camino de vuelta, no he parado de llorar, y al llorar, no sabía qué sería de mi vida. Aún no me lo he planteado, y lo que es peor, si alguna vez me lo planteo, sé a ciencia cierta que no encontraré una respuesta segura. No puedo manejar el futuro. He invertido muchas horas de psicóloga en esa simple frase. En creerla, en aceptarla, en aprender a vivir con esa inseguridad.

De modo que he llegado con los ojos rojos al trabajo, me he sentado delante del ordenador y he tratado de hacer mi trabajo lo más rápidamente posible. Estoy cansada de que mis compañeros me vean triste, y ellos están cansados de que le de tanta importancia a algo que para ellos no es más que un paso más de la vida. Algo así como soportar los granitos de la adolescencia.

Y he tenido toda la tarde para recuperarme de la pena (porque gracias a Dios esta vez no hubo ansiedad, ni se hundió el mundo ni quise morirme). Y cuando he llegado a casa, he sentido la necesidad de reunirme conmigo misma. He puesto un baño de agua caliente y me he sentado a pensar. Sólo eso. Así durante una hora.

La única conclusión a la que he llegado es que sólo puedo vivir el hoy. Y ahora mismo siento que no conozco a mi ex, porque mi niño no me habría dejado sola, no me habría abandonado de una manera tan fulminante, habría luchado por lo nuestro, habría puesto su vida en ello. De modo, que quien está de erasmus es la persona en la que se ha convertido mi niño. Igual que yo ahora no soy la misma que él conocía.

Pero tampoco eso me convencía demasiado, porque al fin y al cabo, hasta que le volviera a ver no sé cómo es... no puedo juzgarle por la ausencia. La ausencia justamente es como el color blanco, es nada, es neutro, no se puede juzgar nada así. Habría que esperar a verle, ver qué nuevo color lleva para poder formarme una opinión.

Entonces, he entrado en el mesenger, como tantos otros días, y se ha abierto una ventana naranja en la barra de abajo con su nombre. Y me ha dicho que sbe que he visto a alguien. Yo, intentando mostrarle a la Mimi de antes, esa risueña y enamorada de la vida le he preguntado ¿Te lo ha dicho un pajarito? Espero haberle sacado una sonrisa.

A penas hemos hablado 15 minutos. La conversación se reduce a un pequeño resumen de cómo está él allí, a una pregunta por mi gata nueva y a una pregunta mía sobre su disfraz de halloween. Eso es todo. Y entonces, me he acordado de mi niño, el que me llevaba al cine, el que me decía nena y el que me ha hecho tan feliz estos cinco años.

Sin agobios, sin tensión, sin nervios... tan sólo con un pellizco en el corazón. Una esperanza de que realmente se hubiese acordado de que me dejó en el camino y viniera a recogerme. Pero un bizcocho reclamaba su atención y me ha dejado aquí.

Y estoy delante del ordenador con la ilusión de quedar con Javi marchita, con la pena en el corazón de no tenerle a él, con mi vida de nuevo hecha pedazos. Y no es que ahora, por hablar con él, sienta que lo de Javi haya sido una mentira. Es sólo que no puedo negar que le quiero y que sigo enamorada de él. Y querría poder decirlo. Querría no quererle como hace él conmigo. Querría dejar de sufrir por alguien que no se preocupa por mí, para quien no soy NADA.

Ayer en el comentario de la anterior entrada decía que él no da NADA por mí, que una simple conversación de mesenger podía ser un indicio para luchar por él, pero si la conversación no le sale de dentro sino que es pq me he encontrado con su padre, y me deja por un bizcocho, ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Volver a parar mi vida por él? ¿Y si con Javi puedo ser feliz y me lleva "donde habita el olvido"?

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Qué es esto?


Hace algunos días, tres exactamente, una amiga mía me dijo que gran parte de mi problema es que yo me había creído que realmente me casaría con X. Tanto es así que yo no veía más allá de mis narices, como si tuviera 40 años y mi vida estuviese ya definida. Como si el anillo que llevaba en el dedo fuera de compromiso y no una alianza.

Yo la miraba confusa, porque por un lado creía que tenía razón y por otro lado no comprendía qué otra manera de querer existe. Yo nunca he besado a nadie que no fuera novio mío, y en las tres ocasiones (unas más importantes que otras, obviamente por mis 23 años de edad) habría jurado que lo nuestro era para siempre. Entonces, mi amiga, que es una gran filósofa me dijo, "Deja que la vida te sorprenda". Al parecer, vivir consecuentemente con mi edad es no planificar qué consecuencias tendrá cada movimiento que haga y dejar menos gobernanza a mi cabeza.

Por eso fui a la barrilada hace dos días. Normalmente no habría ido, porque sólo iban dos amigos míos, que por mucho que yo les quiera no hacen que no eche de menos que haya alguna chica, y porque un grupo tan pequeño puede encasillarse, sentarse a beber y a hablar y ser un aburrimiento. Pero recordé las palabras de mi amiga y me fui a la barrilada, a dejar que la vida me sorprendiera y no censurando los planes por las ideas que yo tenia en la cabeza de lo que es un buen plan.

Y la verdad es que fue un buen plan, tanto si él hubiese aparecido como si no. Me reí muchísimo, me sentí muy cuidada y arropada por mis dos amigos... Todo maravilloso. Entonces, a mitad de la tarde, me llamó... ¿Cómo le llamamos? Mmmmmm..... Javier... siempre fue un nombre que me gustó.... :)

Pues eso, que me llamó, como en la anterior barrilada. Y allí fui yo a verle, tan tranquilamente como siempre. Estuve hablando con ellos un ratito y en cuanto me aburrí porque se pusieron a hablar entre ellos, cogí y me fui, eso es lo bueno de ir borracha, que una no se preocupa de la imagen que eso pueda dar ni de las fórmulas sociales. Aunque quizás ellos se dieran cuenta, o quizás se quedaron sin hielo, no sé. Lo único que sé es que cuando él vino a verme vino con todos sus amigos, que se unieron a mi grupo. Entonces, yo tuve que ir a hacer pipi. Cuando no hay ninguna niña siempre me acompaña uno de mis dos amigos del principio, que es como mi angelito de la guarda, pero esta vez cuando le dije que viniera no dijo palabra y se limitó a mirar a Javi, que dijo que el tb tenía que ir y que me acompañaba.

Yo no pude más que quejarme, pero siempre fui una borracha obediente... Y allí que me fui con él... Y claro, una hace el camino de ida corriendo, pero en el de vuelta, no sé cómo, me cogió en brazos. Y yo le rodeé con los brazos y me amenazó con dejarme caer. Entonces, quité los brazos y le dije q lo hiciera, que me tirara. Hizo el intento, y al ver que no me asustaba me dejó en el suelo, me acercó a él y me besó...

Y ahora no sé qué es esto, porque tengo ganas de verle y estoy más contenta, aunque tengo miedo, porque no ha cambiado nada lo que siento por mi ex.... y quiero plantearmelo, pero recuerdo las palabras de mi amiga, que me dijo que dejara que la vida me sorprendiera, y creo que tiene razón, por eso no sé deciros lo que siento por ninguno de los dos... No quiero pensarlo... Por ahora estoy bien y con eso me basta... aunque la felicidad cuelgue de un hilito, y pueda caer de nuevo, porque noto el miedo y la ansiedad de otros días a mi espalda, no voy a preocuparme hasta que no llegue ese día... O al menos voy a intentarlo...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Mis razones...


Cuando me dejaste, yo estaba tan sorprendida que no pude articular palabra. Supongo que la defensa que podría haber hecho de nuestro amor habría servido de poco, pero al menos esas palabras se te habrían quedado en la cabeza, dando vueltas, y puede que un día te diera por pensarlas y te dieras cuenta de que tenía razón. Puede ser.

Quisiera poder preguntarte de nuevo por qué me dejaste. Tendría mucho cuidado de no repetirte tus fallos, sólo hablaríamos de mí, de qué cosa horrorosa he hecho para que no quieras seguir conmigo. Porque quiero que vuelvas a mi lado por lo que soy, no pq tu seas peor o tb tengas la culpa en nuestra ruptura.

Cuando me digas que durante los últimos meses yo no era la misma y que te sentiste abandonado, te recordaré que soy humana y que he cometido el error de dejarte en un segundo plano, dando prioridad a otras cosas, que no tenían más importancia que tú, pero que creía necesario por mantener esa unión con todo lo demás, porque no quería basar mi vida en ti. Te pediré perdón por no demostrarte cuánto te quería. Te pediré perdón por esa manía mía de no centrar mi vida en ti, de no depender de ti, porque me ha salido mal, y al finalmente mi vida eres tú y he perdido la oportunidad de vivir a tu lado muchos momentos. Lo siento!

Cuando me digas que no te imaginas la vida a mi lado porque no compartimos ningún ocio más que el cine, te recordaré lo felices que hemos sido estos cinco años. La ilusión de tus llamabas al móvil para proponerme ir al cine esa noche, y mi sonrisa cuando comprábamos las chuches antes. Y te recordaré esa mirada de duda tuya, cuando veías los nachos y parecías un niño chico que quiere comer chuches antes de comer, y sabe que eso no está bien, pero no puede soportar la tentación. Y te recordaré las noches en mi casa viendo la tele y las tardes en tu cama viendo cualquier película que te hubieras bajado. Porque para mí compartir ese ocio es suficiente, porque no necesito ir contigo los domingos a dar paseos en bicicleta, porque para eso tienes a tus amigos, ni yo necesito que tu leas lo mismo que yo, porque disfruto igual contándote cualquier otra cosa. Y tampoco me parece justo que el ocio que hacemos ahora sean considerados como únicos, porque yo no descarto hacer contigo snow, cuando tengamos el dinero suficiente como para que ese finde no me deje arruinada todo el mes o cuando no quedes con tus amigos y yo tenga que unirme al plan. Porque no se trata de que yo nunca vaya a ir a la nieve, se trata de que entonces no podía. De hecho, aquel único día que coincidimos en Sierra Nevada yo fui muy feliz de bajar la montaña para verte, de cómo me mirabas, y recuerdo cómo me silbaste cuando pasaste por encima mía en el telesilla, y cómo viniste a recogerme cuando me ofusqué en un lado de la pista y la tormenta no me dejaba ver ni regresar al centro del camino. Yo quiero compartir contigo tus ocios, pero ante todo, quiero que sigas haciendo lo que haces con tus amigos, porque no puedes hacerlo todo conmigo. Te irás con ellos y yo me quedaré en casa leyendo o con cualquier otra cosa, porque yo no me aburro si me quedo sola, es la ventaja que tienes. Y seguro que salen nuevas cosas que compartimos, como cuando te regalé los libros de Harry Potter y empezamos ese camino juntos. Podríamos compartir tantas cosas...

Esos fueron los dos motivos que me diste para dejarme, pero por si los demás tienen razón, y mis conclusiones son ciertas, y realmente te agobie hablando del futuro, te diría que estaba pasando una etapa muy dura en mi vida, y que realmente necesitaba sber que había algo al final del túnel esperándome, e hice planes imposibles. Porque no sería culpa tuya como te dije qno viviéramos juntos en enero de 2010, porque los dos somos muy jóvenes y no tenemos dinero para la entrada de un piso ni nada parecido, porque ninguno tenemos un trabajo serio ni parece que tengamos más oportunidades que el resto para tenerlo. Pero estaba mal y quise creer que tdoo terminaría bien cuando viviéramos juntos, y como tu querías bajarme de la nube, de acusé de no quererme y de no querer luchar por nuestra relación. Y entiendo que esas palabras dichas por alguien que en los últimos meses no te había hecho mucho caso te enfadaran y confundieran. Comprendo que te sintieras delante de una extraña. Y justo porque lo comprendo puedo perdonarte por dejarme sola. Por haberme dejado a mi suerte todo el verano y este primer trimestre, aunque con ello te hayas llevado mi vida.

Eso es todo lo que puedo ofrecerte. Tu tienes tus motivos para dejarme y yo tengo mis razones por las que no me sirven. Puede que te hayas desenamorado de mí, y entonces todo esto sea en vano, pero entonces, no comprendo por qué te molestó que me hubiese quitado la alianza, ni por qué miraste de ese modo mi cartera cuando no viste tu foto, las sonrisas de la última vez que quedamos, aquellos tres últimos maravillosos días que tu mismo llamaste así cuando cortamos ni comprendo por qué te temblaba la mano cuando la tomé entre las mías para verte las uñas.

Por eso quisiera que leyeras esta carta, porque ya no sé esperar más... no puedo...

No está...


Hoy al despertarme no era del todo consciente de que mes era ni de lo que había pasado. Sólo me he despertado como habría hecho cualquier otra mañana dispuesta a vivir mi vida con toda normalidad. Entonces, me ha caido la verdad sobre el pecho, como una enorm carga, y me he empezado a asfixiar.

Antes, pensaba que las crisis de ansiedad eran para personas débiles, que no habían tenido problemas en la vida y que se ahogaban en un vaso de agua. Ahora creo que todos tenemos nuestro punto débil, y que si nos lo tocan sangramos. También he aprendido que por mucho que me creyera dura y fría, no era más que apariencia, y que soy una persona extremadamente sensible. Por eso dice mi psicóloga que tengo que ser más benevolente conmigo misma. Y la verdad es que he dejado de pelearme contra mi misma, contra mis crisis de ansiedad, mis ataques de llanto y los días negros. Ahora creo que cuando me pasa algo de esto me compadezco a mí misma, porque se ha ido. He caido en el error que siempre traté de evitar, depender de él, y se ha ido. Ha pasado todo como no tenía que pasar!

Yo nunca nunca nunca deje de hacer planes con mis amigas o mi familia por él. Incluso, llegaba a quitar planes con él o a modificarlos por estar con ellas, creyendo que él y yo, al debernos el uno al otro, ya tendríamos otro mmento, mientras que con los demás era más difícil quedar.

No dejé de irme de Erasmus aunque quisiera quedarme con él, no dejé de pedir esta beca que me lleva ahora un año al extranjero, nunca me conformé con que él me guiara y quería saber por dónde andaba para saber manejarme en un futuro sin él... Hice todo cuanto pude, tanto que de verdad creía que yo era independiente.

Y cuando me dejó no comprendi por qué me lo tomé tan mal, pero después de meses pensando y de sesiones de terapia, he llegado a comprender que deposite todas mis ilusiones en él. Aunque no le dedicara tanto tiempo ni centrara mi vida en él, confiaba en que compartiríamos el resto de nuestras vidas para siempre. Y ahí estuvo el error. En creer que realmente le tenía en la palma de la mano, que realmente no podía vivir sin mí como me decía y que nunca podría querer a otra porque estaba completamente hipnotizado por mí. Y me creí que sería para siempre, porque no podía ser de otro modo, porque aunque no le dedicara todo mi tiempo, la verdad es que era la persona a la que llamaba cuando tenía un problema, cuando estaba triste, cuando me encontraba sola o tenía un rato libre. Sin darme cuenta, volqué todos mis sentimientos en él, dejando de contarle a mis amigas y a mi madre mis problemas. Le converti en mi mitad. Sólo él sabía como me sentía, qué me pasaba y sólo él sabía cómo girar la llave para convertir las lágrimas en risas. Y claro, ahora no puedo pedirle a mis amigas que recuerden cómo hacerlo después de cinco años jubiladas del cargo... Ahora nadie sabe consolarme.... de modo que la pena que tengo es doble, porque él me la causa y sólo él sabe consolarmela... y no está... no está....

Anque esta mañana casi le sintiera a mi lado en la cama, como cuando dormíamos la siesta en mi casa, o dándome la espalda cuando jugaba al ordenador en mi mesa, o con la cabeza metida detrás de la televisión arreglando los cables para poder ver un DVD. Aunque casi pudiera tocarlo en mis recuerdos hoy, no está.... y yo no sé qué voy a hacer.... ni comprendo pq no está,,, cómo ha podido dejar de quererme... a mí... que era su mitad, que le tenía en la palma de la mano, que me prometió que nos casaríamos... ¿cómo ha podido?... ¿cómo podré yo vivir sin él?... ¿cómo?

sábado, 1 de noviembre de 2008

Las dos verdades...


Hoy he tenido un día horroroso. No tenía fuerzas para enfrentarme a un mundo sin él. No podía, igual que los primeros días después de que me dejara, sólo tenía fuerzas para respirar. Sólo para eso.

Y así he estado hasta las siete de la tarde, con las ventanas bajadas, la televisión apagada y tratando de dormir, porque es el único estado en el que sobrevivo al dolor que tengo. Entonces, el hambre pudo conmigo, y vi que no había nadie en casa, y decidi trasladarme al salón con mi pena, por si algún dvd podía entretenerme y sedarme hasta que el sueño de la noche volviera a servir de somnifero. Y casi crei que lo lograba cuando ha sonado el timbre, y allí estaba mi amiga, que por poner pongamos que se llama Cristina.

La cosa es que Cristina no sabe la verdad, no sabe que realmente fue él quien me dejo, y cree que fue una decisión de los dos. El motivo de tal engaño no es otro más que es una niña con poco tacto, a la que le gustaba mi novio cuando empecé a salir con él y que nunca ha sabido demsiado bien elegir las palabras para estos casos. Por eso mi madre me propuso que le mintiera cuando llamo a mi casa días después de que él me dejara, para que no me pudiera hacer daño sin pretenderlo.

Y hoy se ha lucido. En la hora que ha estado aquí se las ha apañado para decirme que querría casarse a los 26 años, como quería hacer yo, y cuando le he dicho que me parecía pronto (porque yo empece con mi nvio mucho ants que ella con el suyo) me ha respondido que es normal porque yo ahora no tengo nada. Y me han caido esas palabras en el corazón como si fuera una tonelada deh hierro sobre una migaja de pan. No tengo nada. Y es verdad. Hoy no hay nadie que me quiera como para pasar el resto de su vida conmigo. Ni siquiera para pasar el presente. He perdido a mi niño... Lo he perdido....

Entonces, he recordado que la Navidad está a la vuelta de la esquina, y me he planteado que igual cuando llegue de su erasmus ha tenido tiempo para pensar, me ha echado de menos, quedams y recuerda lo que había entre nosotros, y le he dicho que cuando nosotros cortamos de mutuo acuerdo decididimos que hablaríamos en Navidad, y que a lo mejor volvíamos. Entonces, ella, que cree que lo tengo mucho más fácil porque no sbe que él me dejó y que no quiere saber nada de mí, me ha dicho que para entonces ya habrán pasado 5 meses y que todo habrá ya muerto. Que nadie esperaría 5 meses ni sentiría lo mismo por la otra persona sin haber intentado nada. De modo que por mi bien me ha insistido en que si no ha venido ya, no vendrá. Y entonces empezó a faltarme el aire, y tuve que despedirme de ella porque creí que me caía redonda al suelo.

Le he perdido para siempre... para siempre... ¿qué voy a hacer? ¿cómo voy a poder vivir sin él? ¿qué será de mí? No sé si hoy estoy negativa o realista... me da tanto miedo pensar que pueda ser lo segundo....
P.D: Subiendo la foto de esta entrada se ha abierto la carpeta de mis imagenes, y dentro de ella hay una carpeta llamada Paris decorada con cuatro pequeñas imágenes, en una de ellas me abrazaba con la ciudad de fondo, es de cuando subimos a la Torre Eiffel. No la he visto más grande que la uña de mi dedo meñique, pero ha bastado para revolverme el estómago... definitivamente... no sé qué voy a hacer si no vuelve...

jueves, 30 de octubre de 2008

La ropa de otoño...


Hoy tenía la cabeza llena de recuerdos contigo, y tonta de mí, creí que podría huir de ellos. De modo que después de desayunar me he propuesto hacer algo productivo, y me he puesto a cambiar la ropa de verano por la de otoño, ahora que la ola de frío ha llegado. Y ahí estaba yo, subida en la escalera bajando cajas como una loca y apilándolas en un lado del cuarto. Cuando ya las tenía todas, he vaciado la primera sobre la cama dispuesta a llenarla con los bikinis, que seguro seguro no voy a necesitar más. Entonces, he cogido el primer bikini, uno nuevo que nunca me has visto puesto, y he comenzado a llorar, de pensar que el verano definitivamente se ha ido, y no has vuelto.

No has vuelto para verme aquel bikini, ni toda la ropa morada que me he comprado, ni las manoletinas azules que me regalaron las niñas por mi cumpleaños... no conoces la mitad de mi armario.

La otra mitad, la he apretado contra el pecho antes de meterla en la caja, porque en algún momento me la había puesto para quedar contigo y me habrías dicho lo bien que me quedaba o la habrías criticado, depende del día y de las ganas de jugar que tuvieras. Y luego he encontrado aquella sudadera blanca que compramos nuestro primer verano juntos, cuando yo solo queria complacerte y casi parecía Britney Spears vistiendo de chándal y con mis dos coletas rubias... claro que con 17 años no se puede pedir mucho más... Aunque a ti te encantara y teniendo 22 me repitieras una y otra vez que debía ponerme más a menudo las sudaderas. Por eso cuando venías a casa intentaba ponérmelas, aunque la sudadera fuera roja y mi pijama rosa... Y cuando quería darte una sorpresa bajaba al coche donde me esperabas llevando una puesta, y entonces, en lugar de ver que te gusta un tipo de chica que no era como yo, veía que podía gustarte incluso más si me lo proponía. Porque tú me hacías ser optimista. O estaba ciega... no lo tengo muy claro...

Hoy he cerrado el verano. Un verano sin ti. Con la mitad de las cosas recordándome tu ausencia y la otra mitad subrayando los casi 4 meses que hace que te fuiste. Y he abierto un otoño, con toda la ropa oliendo a la Mimi enamorada del año pasado. Tanto que casi tengo miedo de ponermela por no quitarle esa ilusión de entre las fibras, esa inocencia. No tengo fuerzas para presentarles una vida sin él. No puedo pasearlas por donde fui con el, y hacerlo a solas, con las dos manos libres y el corazón tan pesado. No puedo.

Y he pasado así el día entero, pensando qué haré con mi armario y cuánto dinero necesitaré para recuperar la mitad de mi lencería que ya no uso y la ropa de invierno que intuyo que no seré capaz de llevar. Así hasta que en el coche de vuelta al trabajo, a las diez y media de la noche, mi madre me ha dicho que tiene que acordarse de mi porque cinco años no pasan en valde. Porque me preguntó por mi alianza la última vez que nos vimos y me preguntó por el Mesenger pq había estado en su pueblo cuando podía haberlo pasado por alto y no haberme hablado. Porque en el fondo se que esta decision la ha tomado con la cabeza, por lo que su corazón, igual, en el fondo, sigue siendo un poco mío. Ay!! Un poco mío... mi niño... ya verás... voy a recuperarme... voy a aprender a vivir sin ti... para vivir contigo... aunque suene contradictorio...

Te quiero, hoy y siempre. CONTIGO

miércoles, 29 de octubre de 2008

Merece la pena


Hoy he tenido un día difícil y he abierto el ordenador dispuesta a contaros que he estado donde me dejó y que casi me muero... Pero al leer vuestros comentarios, y el nuevo blog de Gema, he pensado que por hoy voy a darme una tregua. No todo esto es dolor. Yo misma sonrio a lo largo del día más de una vez al recordar cómo era antes mi vida.

Por eso he querido poner aqui esa cara bonita del amor, aun cuando no es posible "por ahora", se supone que no es correspondido, o se espera que el otro vuelva a tu lado....

Es una conversación de la serie Dawson Crece, para quienes no la conozcais creo que lo entendereis sin explicaciones... Porque el amor puede ser maravilloso... Para que no olvidemos por qué lo estamos pasando mal... Pq duele pero merece la pena...
- Si lo vas a hacer porque yo...
- Pacey, voy a hacerlo porque ayer cargaste con mi bolsa desde el autobús, voy a hacerlo porque cuando vamos al cine tú vas a comprar las palomitas y me traes una servilleta para que no me limpie las manos en los vaqueros y porque la semana pasada cuando jugábamos al mini-golf diste los primeros pasos para que me aprendiese el recorrido...
- Bueno eso...
- Tú me enseñaste a conducir y en el baile de fin de curso sabías que el brazalete que llevaba era de mi madre. - (le desabrochan la camisa lentamente)- Tú me besaste primero y la segunda vez contaste hasta diez mentalmente antes de volverlo a hacer por si yo quería impedirlo. Me compraste una pared. - (le quita la camisa y le besa las manos)
- No te la compré, más bien...
- Estuvimos en un barco tres meses y te diste cuenta de que no estaba preparada. - (le quita suavemente la camiseta que cae al suelo)- ¿Vas a preguntarme si ahora lo estoy? Pacey; voy a contar hasta diez y cuando acabe voy a empezar a besarte y si no quieres que lo haga tendrás que impedirlo. - (le pasa su mano por el torso mientras cuenta mentalmente)- Diez

martes, 28 de octubre de 2008

No sé vivir sin ti


Hoy es un día de esos en los que te planteas para qué vivir así, viendo pasar los días y haciendo cosas insulsas. Es cierto que ya no lucho por sobrevivir, lo que me deja más tiempo libre y algo más de ánimo, aunque sólo un poco más, sin embargo, sigo sin encontrarle sentido a esta extraña existencia.

El mismo día de mi cumpleaños, hace dos meses y medio, fue el primer día que me atreví a pronunciar en voz alta los pensamientos que llevaba días dando vueltas en mi cabeza: no había motivos para seguir viviendo. Mi novio se había ido, y se había llevado con el mi alegría y mi amor por la vida. Yo, a las que todos comparan siempre con Campanilla, había perdido todo el polvo mágico y ya no sabía volar. Y vivir en la tierra no merece la pena, no puedo ser como el resto de los mortales, no sé conformarme con eso.

Y eso me pasa hoy, que no se conformarme con comprarle cositas a mi gata, hacerle caricias, hablar con mis amigos por el mesenger, comer con mis compañeras de trabajo y ver una buena película en la tele. Hoy tengo ganas de ti. Quiero que me beses, que me abraces, que te pasees conmigo por el centro y que me digas que me quieres. No puedo vivir con menos. No se pasar los días así. No sé dar gracias al cielo por no sentir la angustia de antes en el pecho ni por poder medio dormir. No sé apreciar que los días cada vez son menos pesados y que casi puedo sonreir. Yo quiero vivir mi vida o nada. Este juego no me gusta. No soy de medias tintas. No me conformo. Hoy, como siempre aunque más que nunca, NO SÉ VIVIR SIN TI...

lunes, 27 de octubre de 2008

Maldito destino...


El destino es caprichoso. Hoy, un día normal para cualquier persona, ha resultado ser una batalla continua para mí, aunque acabe de llegar de Madrid y casi me creyera algo más recuperada.Todo depende del cristal con el que se mire. Con el fondo con el que se afronte la realidad.

Estando en Madrid una amiga me escribio para preguntarme cómo me iba por la capital, y aunque le dije que bien, no pude evitar decirle que todo me recordaba a él y que eso me ponía triste y no me dejaba integrarme en el grupo. Sin embargo, al despedirme de mis amigos ayer, sentí que había sido feliz aquel fin de semana. Dos verdades para una sola realidad. Aunque la gran mayoría no pueda comprenderme.

No hay mejor ejemplo para esta relación que la lucha que mantengo con mi reloj, que fue mi regalo de aniversario en una habitación verde que hacía esquina en una calle del barrio de Montmartre en París un precioso 26 de abril, hace sólo 6 meses y un día. Yo entonces estaba a medio vestir, pero la ilusión no me dejaba esperar, de modo que se senté en la cama con mi chaleco y unas braguitas negras frente al escritorio, donde tenía apoyada mi novio su mochila, y de la que sacó una bolsa negra de Festina. Hay días que consigo mirar la hora y ver sólo eso, unas agujas marcando números. Sin embargo, otros días veo aquella habitación, y siento los nervios en el estómago y el frío en las piernas. Y noto la textura del edredón y la tenue luz, aunque este de pie y haga 40 grados. En esos momentos, le veo frente a mí, y los ojos se me humeden porque esto no es un sueño, sino que realmente le he perdido... a él y a mí...

Cualquier cosa puede ser un arma de doble filo. Hoy han sido los doritos.Normalmente, nosotros nunca comprábamos doritos, sino nachos, que han sido completamente prohibidos en mi casa hasta nuevo aviso, auque hay días que pienso que será para siempre porque no creo que yo pueda preparar nachos con queso sin mi niño... y casi parece imposible que vuelva... y yo me muero sin él... y entonces no hay remedio...Por eso hay solo doritos en casa, porque representan ningun peligro. O eso pensaba yo, porque esta mañana me ha dado la gula, y he ido a buscarlos a la cocina. Al abrir la bolsa he pensado que eran demasiado secos y he sentido en el paladar el sabor de la salsa de tomate que acompaña a las dippas. En ese momento he dejado de tener frente a mí el armario de la cocina y ha aparecido su coche, una noche en la iba de copiloto preparándole doritos mojados en aquella salsa. Era un viaje largo, y él estaba cansado, por eso bajamos en una gasolinera a comprar una cocacola. Resulta que habíamos quedado en Cádiz, me había recogido de la estación y habíamos ido a comprar comida antes de ir a su casa en la playa, para pasar un finde inolvidable. Pero al llegar a la casa, mi niño se dio cuenta de que no llevaba las llaves y tuvimos que volver a la ciudad. La noche había caido, y mi nene andaba malhumorado por el olvido, mientras que yo le sonreía y trataba de animarlo. Y hoy me he planteado si todo el mundo habría reaccionado como yo, o se habría molestado por el viaje en valde y el poco cuidado que demostraba su novio. Entonces, con esos pensamientos, el coche desapareció de mi vista, y la carretera oscura, y el peso de los doritos y la salsa... y mi niño de mi lado izquierdo... y me quedé sola y hundida frente al armario de la cocina.

Miré los doritos, que tantas veces he comido desde que me dejó sin que me recordaran a nada, y fui coger uno, cuando la textura en mis manos me dio arcadas y los solté como quien deja caer una sartén con el mango hirviendo. Y ya no he comido. Tenía el estómago del revés o peor aún. Y ahora, mientras escribo esto, he dejado de verme mentalmente en el numerito de esta mañana y hemos aparecido los dos en el cine comprando nachos a la entrada. A mi niño le encantaban los nachos que preparaban allí... los que conoció en Bruselas cuando vino a verme estando de erasmus.. y no tendría pq acordarme de eso ahora, cuando estoy hablando de Doritos y de la playa... y es que hoy tengo el destino en mi contra... y no pued con los recuerdos... no puedo pq me recuerdan que igual no vuelves... y si no vuelves... no sé qué será de mí...

domingo, 26 de octubre de 2008

Sí, si Madrid...

He pasado el fin de semana en Madrid con unos amigos, tratando de disfrutar de la vida aunque no estés a mi lado. Y he podido sonreir de nuevo al descubrir a alguna de las niñas mirandome de reojo para vigilar cómo estoy. Incluso he sentido aliviada la carga que llevo en el corazón cuando me han abrazado, muy fuerte, como si con ello quisieran consolarme en lo más profundo del alma. Y me han comido a besos hasta que se me han humedecido los ojos, porque aunque yo siempre haya dicho que soy más arisca que un gato, necesitaba que me quisieran en demasía este finde. Me he cansado de lamerme las heridas sola. Por mucho que me cueste reconocerlo, yo, que siempre he presumido de ser autosuficiente e independiente, tengo unos arañazos en el corazón que no soy capaz de curarme sola.
Y ya estoy de nuevo en casa, aunque no de la misma manera que hace tres días. Ahora tengo algo de la ilusión y la alegría de la Mimi de antes, que me permite ser más optimista y sonreir a ratos. Aunque no estés conectado, no te importe si estoy en Madrid o Sevilla, no sepas que he salido las dos noches en minifalda, no me hayas llamado mil veces al día como en la última visita que hice con ellos a la capital... Aunque no te tenga de ninguna manera, ni un poquito mínimo, ni una mijita... Yo que te he tenido todito para mí....

He paseado tres días por donde fuimos nosotros hace cuatro años, en nuestro primer viaje juntos. Por eso me quedaba a ratos mirando al vacío, porque si me esforzaba casi podía vernos paseando por allí, y me reconfortaba porque te sientía cerca, aunque fuera en mi imaginación. Y me senté en un banco frente al Prado, bajo el sol del mediodía para escuchar llorar a un violín mientras miraba el edificio. Y levante la vista y le susurré al cielo que te quería.

Ultimamente no puedo evitar hacerlo cuando algo me recuerda a ti. Lo hago bajito, casi sin mover los labios, porque me sale de tan adentro que de decirlo con más fuerza me quedaría vacía. Y me sale la sonrisa de pensar que recibirás mi mensaje, porque por muy lejos que te vayas siempre estarás bajo el mismo cielo que yo. Por eso hoy no voy a decirte aquí que te quiero, sino que voy a elegir a una estrella y voy a contárselo a ella, a ver si le conmueve ver a una loca enamorada que sólo puede contarle al cielo su pena y te hace llegar el mensaje.

jueves, 23 de octubre de 2008

Miedo, tengo miedo...


Miedo,

tengo miedo,

Miedo de quererte,

Miedo,

tengo miedo,

Miedo de perderte,

Sueño, noche y día,

Que sin ti me quedo

Tengo vida mía

Miedo,

ay… mucho miedo.


Llevo algún tiempo teorizando a cerca del miedo en mi cabeza. Creo que lo que entendía por miedo antes ya no es lo mismo que ahora, aunque tengo que reconocer que no me sorprende el cambio. Ya no sostengo casi ninguna de mis afirmaciones que antes defendía y he tenido que retractarme en la mayoría de mis creencias más profundas. Una a una. Con todo el dolor de mi corazón, porque con cada rectificación he dejado atrás la inocencia y el amor ciego de la Mimi de principios de año, pero me han pasado demasiadas cosas como para seguir pensando igual. O mejor dicho, lo único que me ha pasado me ha marcado demasiado como para seguir pensando igual.

Ya no creo que la verdad se lea en una mirada. No creo que se pueda estar segura nunca del amor de nadie. Aunque creas que conoces cada fibra de su cuerpo, cada pequeño pensamiento suyo, cada gesto, cada mirada, cada palabra y cada silencio. Aunque creas que esa persona es tan parte de ti que puedes sentir en tu pecho lo que le ocurre, hay que mantener los pies en el suelo. Y me pregunto si seré desconfiada el resto de mi vida o vendrá quien consiga hacerme olvidar este miedo que tengo, fruto del enfado que sostengo con el amor, que me ha engañado. Me hizo creer lo que no era y me prometió lo que luego me ha arrebatado cruelmente entre los dedos mientras dormía. Y tengo miedo de que nunca vaya a poder descansar y vaya a tener que pasar el resto de mi vida vigilante, desconfiada del amor que me prometan.

Me repiten continuamente que esto se pasa una vez en la vida, porque sólo se comete el error de querer a otra persona más que a ti misma una vez, porque luego "aprendes a relativizar" las cosas. O lo que es lo mismo, ya no te entregas igual porque tienes miedo de que sea para nada, de que se marche y te deje vacía como la otra vez. Aunque no sé si es mejor vivir el momento y pasar el duelo si te toca pasarlo, porque salir con alguien y no apostar por que esa relación es para siempre a mi me parece contradictorio. Será que realmente estoy loca, y no me extraña, porque hay que estarlo para confiar en que volverá, y que comprenderá que no va a encontrar a nadie que le quiera como le quiero yo, aunque tengamos 23 años y toda la vida por delante. Porque le quiero desde antes de ser quien soy, cuando sólo era una niña de 17 años y me ponía los pantalones rosas y las dos coletas en el pelo. Desde entonces y hasta hoy es como si mi vida estuvirera hecha de él y para él, así como la suya estaba hecha de mí y para mí. Y tengo miedo de que confíe en la posibilidad de que haya otra chica que pueda ocupar mi puesto y hacerle más feliz. Y vivo con muchos miedos que se presentan en sueños para no dejarme dormir y durante el día para no dejarme vivir. Y así paso las semanas, deshojando la margarita por si esta vez la suerte quiere ponerse de mi lado y me devuelve su amor, que es lo único que pido en esta vida, porque de lo demás ya me encargo yo. Prometo cuidar la relación cada día, con el esmero, el cariño y la dedicación de siempre multiplicada por dos, porque ya he aprendido la lección. Le he visto las orejas al lobo, he comprendido lo que quiero y se valorarlo, devuelvemelo y te lo demuestro... por favor...

martes, 21 de octubre de 2008

Abandono,,, ni contigo ni sin ti...


Hoy oficialmente abandono. He estado estas últimas semanas intentándolo con todas mis fuerzas pero hoy ya no puedo más. Estoy harta de fingir que todo va bien de puertas para afuera. Estoy harta de lucir la media sonrisa cuando los chicos me preguntan cómo estoy o si lo he superado. Lo hago porque tengo que reconocer que dos de ellos me parecen monos, incluso puede que el que he conocido hoy tb me lo parezca, y cuando juego a creerme que lo he superado con ellos me siento bien. Al menos me siento mejor, que no es poco.

En esos ratos, vuelvo a sentirme bien conmigo misma y pienso que igual, quizas, puede o podría ser, que remotamente esto tuviese salida. Pero entonces les miro y no son mi niño. No tienen su sonrisa, ni me miran igual, ni tienen su carácter ni nada. Se convierten en nadie y yo me siento asqueada de estar sentada a su lado, imaginando que igual, quizas, puede o podría ser, que remotamente pudiese tener algo con ellos. La última persona que besó mis labios fue él, y tengo que renocer que no es algo que me haya costado especialmente, ya que ni estando borracha he tenido la más mínima tentación o duda. Yo sólo quiero estar con mi niño, si no es con él no quiero saber de nadie más. No quiero!

Hoy he estado en el pueblo de su madre, donde una vez fuimos a una comunión. Y he pasado por el lugar donde aparcamos el coche, y casi he podido sentir el sol de mayo acariciando mi traje de flores y su chaqueta azul. Ese día me presentó a toda su familia, y lo hacía con una sonrisa de orgullo en la cara. Luego, me llevó a desayunar un mollete. A mi niño le encantaban los molletes... Y hoy no he podido evitarlo... lo reconozco... hoy le he escrito un sms. Y no me ha respondido...


Y no sé qué será de mí si no quiero estar con otros y él pasa de mí... no sé....

domingo, 19 de octubre de 2008

Mañana será otro día...


No pasa un día sin que me acuerde de ti, incluso creo que no pasa una mañana o una tarde entera. Sería demasiado tiempo, así que el destino siempre se las apaña para que surja algo. A veces alguien se llama como tú, otras echo de menos tu alianza en mi dedo o el reloj de mi muñeca me recuerda a ti, y en algunos momentos directamente te quedas haciéndome daño en el corazón, marcando tu presencia a rojo vivo en cada pequeño detalle.Eso pasa hoy.

Hoy todo eres tú. Desde el peluche con el que despierto hasta el contacto de la lista en el mesenger con quien llevo dos horas esperando hablar, y que será en parte culpable de que mañana llegue tarde al trabajo, porque estaré cansada de acostarme tarde y de no haber descansado durante el sueño.
Siempre me pasa igual. Cuando tengo un día de estos, que de tener que ponerle un color sería rojo, paso la noche entera pensando en ti, que no es lo mismo que dormir ni que soñar. O al menos eso pienso yo, porque no creo que repetir en la cabeza miles de diferentes situaciones en las que me dejas sea dormir. Podría ser soñar, pero para eso tendría que ser algo agradable, porque es una palabra demasiado bonita para traer tanto dolor. Y pesadillas propiamente dichas tampoco creo que sean... De modo que una vez más no hay palabras que definan lo que me pasa. Desde que me dejaste he descubierto que el diccionario es "parco en palabras", aunque suene contradictorio.

Ahora resulta que eres mi ex, pero yo no lo siento así. Mi ex es aquel novio que tuve con 17 años, con quien salí 8 meses y del que ya no estaba enamorada cuando corté con él. Para ser un ex tienes que ser parte del pasado, y tú dueles hoy, y mucho.

Sin embargo, tampoco somos amigos, y dudo mucho que podamos serlo en algún futuro, porque no soportaría hablarte sabiéndote con otra. Y puede que mi psicóloga diga que eso es porque soy posesiva, pero la verdad es que más bien se debe a que soy humana. Estoy enamorada de alguien con quien he salido cinco años y que un día, sin avisar, me dejó después de pasar un día que él mismo dijo que había sido "maravilloso". Sin peleas, discusiones, desenamoramientos ni nada. Simplemente porque ahora nos tocaba vivir un año y medio separados y no se veía viviendo conmigo a la vuelta, tal y como yo le propuse. Y yo con ese argumento no puedo cerrar capítulo. Es como cuando Asley le dice a Escarlata en "Lo que el viento se llevó" que la quería, que no podía evitarlo por su vitalidad y fuerza, pero que se casaba con Melania, que era más como él. Eso justo me dijo a mí X, que no se veía viviendo conmigo porque no compartíamos los mismos ocios. Pero, ¿y todo lo demás? ¿Creerá que todo será tan maravilloso con cualquier otra chica? ¿Volverá cuando vea que no es así?

Y entro en esta espiral de la que nunca encuentro la salida. Y ese día todo me recuerda a él. Camino pensando en nuestra ruptura y en cómo solucionarlo, todos con los que me encuentro son amigos suyos o se llaman como él, aquellos lugares que visitamos se pasean ante mis ojos o mi memoria y la vida me duele tanto que quisiera dejarla aparcada y recogerla más tarde. Y eso voy a hacer hoy. Ya está bien. Ya he aguantado suficiente. Mañana será otro día.

jueves, 16 de octubre de 2008

¿Quien eres tú?

Hoy me he encontrado con dos personas que no sabían nada de nuestra ruptura, y con otra que sólo sabe que X me dejó hace tres meses y lo mal que estaba al principio. Todos ellos me han preguntado cómo estaba y yo les he respondido que bien. Incluso me he atrevido a bromear con ellos, tanto que al llegar a casa me dolía el corazón de sonreir intentando sacarle la cara alegre a la vida. He llegado derrotada y sin hambre a mi cuarto y me he acostado. Directamente. Y es que cuando la realidad me alcanza no sé cómo seguir viviendo, porque no sé quién soy sin él.

Conozco bien a la Miriam de principio de verano, pero no sé quién soy hoy. Unos días tristes, a ratos animada y confiada, en otros momentos hundida y desesperada... Al perderle, me he perdido a mí misma, o a la que era entonces, al menos.

Mi psicóloga dice que toda persona tras una ruptura es como un frasco de perfume vacío, y que para superarlo tiene que crear su propia fragancia. Yo, sin embargo, haré el perfume a ratos de mala gana y mirando de reojo el pasado, aunque todos me riñan por ello y tenga que luchar contra viento y marea. En otros momentos, lo haré encantada de pensar que tengo que hacerlo por si vuelve a mi lado.

Y es que a mi corazón no le gusta esta nueva Mimi y se pelea a diario con mi cabeza.... y entonces, como leía ayer en un blog amigo, y adaptando la frase a la situación, mi corazón reconoce lo bien que me encuentro ahora respecto al principio, pero no se conforma porque siempre recuerda lo feliz que era antes... "Ya, puede que tengas razón, pero es que tú no sabes lo que he tenido" decía su frase...

Es como cuando Alicia conoce el País de las Maravillas, y deja de ser como era antes. Porque Alicia no puede ser la misma en un mundo mágico que leyendo sola bajo la sombra del árbol del principio. Pero el País de las Maravillas tiene fecha de caducidad y no quiero imaginar la desesperación de la pequeña cuando vuelve a verse con la única compañía de su hermana y aquella niñera repelente...


En el Capítulo V, la Oruga pregunta a Alicia:
-Quién eres tú?

Y la niña responde:
Yo... Yo... no ssé muy bien, señor, ahora ... Por lo menos sé quién era cuando me levanté esta mañana, pero me parece que he debido cambiar varias veces desde entonces.

-¿Qué quieres decir con eso? - dijo la Oruga en tono severo. ¡Explícate!


-Me temo, señor, no poder explicarme a mí misma -dijo Alicia -porque yo ya no ssoy yo, ¿ve usted?


lunes, 13 de octubre de 2008

Se me había olvidado Barcelona...

No son ni las ocho y media de la mañana. ¿No podría la vida darme un poco de tregua y dejarme vivir tranquila? ¡Es que es desde que me levanto hasta que me acuesto!

Gracias a Dios, o a quien sea, porque yo casi casi he dejado de creer en fuerzas superiores que velen por nosotros, al menos ya no sueño exclusivamente con él. Sin embargo, encontrarme con la realidad al tomar conciencia hará que un día no me levante de la cama. Estoy segura.

No puedo aguantar diariamente la pena de que me ha dejado, de que no sigue a mi lado, de que está haciendo su vida sin mi y sin dar el paso atrás de venir a recogerme, no sé cómo ni por qué, pero su nueva vida le merece la pena sin mí. Yo, por mi parte, encuentro a cada instante nuevos recuerdos que hagan que me quiera morder las venas en la muñeca.

Una de mis mejores amigas se va de Erasmus, y sus palabras me traían continuamente recuerdos de cuando yo me fui y congeturas, porque no tengo información para nada más, de cómo estará viviendo mi niño esta etapa de su nueva vida. Y tenía un dolor horroroso en el estómago, como el que me entra cuando tengo que coger un avión y tengo miedo de quedarme dormida y perderlo. Como la noche que me fui de Erasmus y no hacía más que llorarle al teléfono pidiéndole que me esperara y prometiéndole que le querría toda mi vida. Como en nuestro aniversario, cuando le invité a pasar el finde a París.

Y me preguntaba mientras me lavaba los dientes antes de acostarme cómo podría yo hacerle comprender a alguien que no quiera dejar de quererle y que sigo enamorada de él aunque me dejara. Y más aún. Reconozco que pensaba cómo darles a mis amigos la noticia de que habíamos vuelto. Y tengo que admitir que no se me ocurrían las palabras oportunas, pero no me importó, porque sólo de pensarlo tenía una sonrisa tan grande dibujada en la cara, que de haberla visto habrían sobrado las palabras. Y así me fui a la cama, aunque en los tres pasos que hay de camino a ella la realidad fue más rápida y me alcanzó, de modo que no tuve más remedio que ahogar las lágrimas en la almohada, hasta caer rendida al sueño algunos minutos después. Al menos, las lloreras ya no duran más que eso, algunos minutos. Será que cada vez me queda menos dentro que llorar.

Y esta mañana, justo en el momento en el que he alargado el brazo para parar el despertador, he recordado que me había dejado. Una mañana más, un desengaño más, una puñalada más...

Doliéndome cada célula de mi cuerpo me he preparado para coger el autobus, y al hacerlo, he comenzado a pensar en mi Erasmus y a preguntarme por la suya. Así hasta que, al llegar a la plaza donde está el edificio en el que trabajo, donde me he imaginado qué le habrá dicho sobre mí a sus nuevos amigos. Lo mismo ni siquiera me ha nombrado.

Entonces, al llegar al trabajo, he mirado por la ventana, y la imagen de las calles llovidas desde mi mesa me ha recordado a Barcelona, y es que estos meses había olvidado que fue contigo con quien la conocí, hace dos navidades, cuando estaba lloviendo. Había olvidado que me pasee por sus calles con mi gorro rosa y tu mano enlazada a la mía. Había olvidado la mañana en el museo, cuando subimos a Montjuic y casi muero deshidratada, aquella tarde de compras en el centro comercial, nuestro cuarto, nosotros paseando por el Paseo de Gracia con las maletas, la paella en el puerto, los puestos y mi cinturo de D&G, nuestro primer y único fin de año juntos. Fuiste la primera persona a quien bese en el 2007. Y se me había olvidado. No sé cómo, pero se me había olvidado. Y me da mucho miedo, porque no sé qué más cosas hemos hecho juntos que puedan venirme en forma de recuerdo una mañana, para destrozarme el día o la vida, y recordarme que, como no vuelvas a mi lado, no sé qué será de mí... Pero intuyo que son muchos, porque 5 años dan para muchos recuerdos, aunque tu los hayas olvidado todos...

sábado, 11 de octubre de 2008

Hoy, sin fuerzas ni ganas...


Hoy, desde el principio del día, supe que era mejor guardar mi corazoncito, lo que queda de él, en una caja en lo más profundo del armario. Fuera llovía a mares, como cuando íbamos al centro comercial a ver tiendas, merendar un batido de helado de chocolate blanco o íbamos al cine. Y me dolió tanto ayer tu recuerdo que hoy me he prohibido pensar en ti.


He buscado distracciones y otras personas en las que refugiarme, y aunque me sentía desgraciada, al menos podía respirar sin que me doliera el pecho, sin querer acabar con esta agonía cuanto antes y de cualquier manera, fueran cuales fueran las consecuencias.


Ayer yo no quería vivir, y hoy lo hacía por inercia, porque este cuerpo mío aguanta contra mi voluntad que lo zarandeen y vapuleen constantemente sin rendirse. No sé por qué lo hace ni quién se lo ha pedido. Por mí bien puede resignarse y dejar esta lucha. Yo no quiero seguir. No quiero vivir esta vida sin él porque no es mi vida, es la de otra persona, y no me cae bien ni me gusta.


Por eso hoy no quería complicarme la vida. Quería solo aguantar el tirón del día y acostarme pronto. Y dejar de sufrir. Pero mi madre ha entrado en mi cuarto con una caja. Dice que estaba al fondo de su armario, y ante mi sorpresa la ha abierto, y ha aparecido el pijama de rayas que me regaló por San Valentín este año. No hace ni ocho meses que fuimos a buscarlo, en una tarde parecía a la de hoy, cuando fuera llovía. Pero entonces no importaba, porque él estaba a mi lado para hacerme ver el sol.


Las piernas me han fallado y me caido al suelo desplomada. Igual que cuando dije por primera vez en voz alta que me había dejado. Y es que los meses pasan y me siento igual de mal. Muchas noches me acuesto pensando que esto no hay cuerpo que lo aguante, y que posiblemente pronto no podré más. Pero mi cuerpo aguanta y aguanta. Joder. Que le costará dejarse... Comprender que sin él no quiero vivir. Y si quisiera, no podría, porque no hay quien pueda vivir luchando contra su pensamiento, y contra todo lo que hay alrededor que se empeña en traérmelo a la mente y romperme un poco más el corazón.


Esta mañana guarde todo lo que sentía en una caja al fondo del armario y mi madre se ha ocupado de traerla y abrirla ante mis ojos. Luego, he sentido la necesidad de conectarme al mesenger por si estaba, y escribiendo estas líneas ha entrado. De modo que a la vez que escribo esto, el está a sólo un click. Podría pulsar dos veces su nombre y decirle algo. Podría decirle tantas cosas... Aunque también podría resumirlo en una sola frase. Pulsar su nombre y en la ventana del mesenger, con mi letra rosa de siempre decirle simplemente "Sería tan feliz si siguieras a mi lado"... solo eso... y es q no hay verdad más grande que quepa en una frase más chica... aunque se me ocurre otra incluso más verdadera y corta... TE QUIERO!!!!

viernes, 10 de octubre de 2008

Me debes este verano. Me lo debes...


Quiero que me devuelvan mi verano. No sé qué fuerza superior me lo ha quitado pero quiero que vuelva. No me importa si es Dios, el destino o cualquier otro ser superior, no quiero ni saber quién es ni le guardaré rencor por la pesadilla vivida, SÓLO quiero levantarme mañana siendo 8 de julio y que todo haya sido un mal sueño.Quiero mis despertares en su cama, cuando los padres se habían ido a pasar el fin de semana a la playa. Quiero mis paseos por el centro cogidos de la mano, las visitas a las tiendas y la vuelta en tranvía. Quiero ir al supermercado y llenarnos las manos (porque nunca cogimos cesta ni carro) de porquerías con las que endulzar los días que íbamos a pasar a solas en su casa, sin mayor preocupación que la de querernos. Quiero ducharme con él, y al salir, encontrármelo sentado frente al ordenador, aún mojado, entonces, discutirems la película que va a empezar a bajarse, y cuando la tenga nos tumbaremos a verla con una bandeja de nachos con cheddar. Quiero mis noches de vuelta a su casa pasando por la Giralda iluminada, el arco y las calles del barrio de Santa Cruz y el parque del Prado. Quiero que me deje sin almohada ni sábanas, como siempre. Quiero que me despierte con una rosa. Quiero el camino en coche a la playa, cantando y hablando de cualquier cosa. Quiero las mañanas bajo el sol en la piscina mientras se baña. Quiero hamburguesas para comer y pizza para cenar en el restaurante del pueblo en el que veranea. Quiero ir a por chuches, aunque tengamos que andar 20 minutos. Quiero tumbarme a su lado en el sofa para dormir la siesta, seguramente con la vuelta ciclista de fondo. Quiero que me espere en el badén que hay bajo la puerta de mi casa, y que al subir a él le guste como voy yo y a mi me llegue su colonia de Hugo. Quiero que me lleve a cenar al Vips o que vayamos a merendar, pero que nunca falte nuestro batido de helado de chocolate blanco, y que al salir, se ponga a mirar las revistas mientras yo paseo por toda la tienda. Quiero ir a cenar al Fosters y que me pregunte como siempre si alli le rellenan la bebida. Quiero ir al cine a ver Wall-E, como me prometió que haría y nunca hizo. Quiero ir a casa de un amigo a jugar al risk, y seré los verdes y prometo no quejarme cuando me ataque. Quiero que venga a mi casa a ver la tele. Quiero que se queje cuando le cuente mis planes sin él y que yo me queje de sus planes sin mi. Pero sobre todo, quiero volver atrás y vivir contigo este verano. Porque siempre ha sido así y me debes estos momentos. Son míos y no tienes derecho a quitármelos. No puedes un día decidir que todo se terminó y dejarme con lo puesto. No puedes. Me debes este verano. Me lo debes...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Ya han pasado tres meses...


Ya han pasado tres meses. Todos ellos con sus cuatro semanas. Cada una de ellas con sus 7 días... Así hasta formar todo un verano.

Te ha dado tiempo a dejarme, a pasar de mí, a tratar de explicarme tus porqués, a llamarme para ver cómo estaba o para yo que sé qué, a no dar señales de vida el día de mi cumpleaños, a seguir tu vida como si yo nunca hubiese sido parte ella, a volver al pueblo donde veraneo de botellona con tus amigos, a irte a navegar con una niña de menos en el barco, a quedar conmigo para despedirnos, a hablar conmigo una hora y darme un beso en el pelo mientras te abrazaba por última vez y a hacer tu vida de Erasmus.

A mí, sin embargo, sólo me había dado tiempo a llorarte. A llorarte en el autobus, en el trabajo, cenando con mis amigas, hablando con la psicóloga, acariciando a mi gatita, viendo la televisión, durmiendo y sin dormir, en la ducha, esperando tu llamada o que me hablaras en el mesenger, con los cojines del salón y mi almohada, abrazando al peluche que me regalaste...

Ahora ha pasado todo un trimestre. La vida ha vuelto a su rutina, pero la mía no se encuentra a sí misma porque para vivir sin ti tengo que reinventarme entera, y no quiero. Quiero ser la chica de antes, la que era feliz queriéndote y siendo correspondida. No quiero aceptar que la situación ha cambiado, y no sé si así tengo demasiado futuro. Y debería darme cierto miedo el no poder vivir sin ti, porque parece que no me queda otra, pero es que estos días he comprendido que puedo ser feliz con otras parcelas de mi vida, dejandote la tuya intacta. Puede que hasta que el tiempo me cure, aunque prefiero pensar que es hasta que vuelvas a mi lado. Porque te quiero. Te quiero. Te quiero.

sábado, 4 de octubre de 2008

Hoy y siempre


No puedo dejar pasar ni un minuto más sin decirte que te quiero. Y no puedo llamarte ni escribirte, en parte porque tengo que respetar tu decisión y en parte porque me aterra el silencio que se crearía después. Porque para mi desgracia no puedes responderme.


Pero te quiero a pesar de todo, aunque no pueda decírtelo y todos me pidan que te deje pasar. Porque he descubierto que igual puedo ser feliz sin ti, pero no tanto como cuando te tenía. Y porque pienso que no hay nadie como tú, por mucho que me repitan no sé qué historia de peces en el mar y clavos que quitan otros clavos.


No te prometo esperarte toda la vida, pero te prometo querete siempre. Porque nunca nada podrá cambiar eso. Porque te mereces que te quieran todos los que te han conocido, porque seguro que mejoraste su vida de alguna manera. No tengo la más mínima duda. Te quiero. Hoy y siempre. Tal y como te prometi.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿Y si puedo ser feliz aunque no te tenga?


Ayer fue una tarde de esas con mis amigos. Pongamos que ellos eran dos y nosotras otras dos, y por poner, pongamos también que había alcohol de por medio y que estábamos rodeados de gente. Lo que suele ser una barrilada vamos.

Y estuve toda la tarde con ellos, desde las cuatro hasta las diez y media, y no me dolías. No me mataba el dolor de quererte sin sentido, para nada, sin futuro ni recompensa. Simplemente vivía, y vivía feliz, y pensé que igual el sol ya había salido y no lo veía entre las nubes, pero ellos son capaces de arrastrar la más densa niebla y dejarme ciega al acercarme el Sol, o cualquier cosa que yo les pida.

Pienso que si les hubiese tenido antes y el verano no nos hubiese separado me habría curado antes de tu des-amor (aún me cuesta ponerlo todo seguido, puede que porque no me crea que ya no estás enamorado de mí, o porque de ponerme a pensarlo se me iría toda la positividad que tengo hoy), aunque luego pienso que igual hay que hacer las paces con uno mismo y con la situación antes de que los demás puedan lamer tus heridas.

Pero esos pensamientos me asaltan ahora que escribo, porque ayer no tuve más preocupación que la de vivir feliz, aunque eso suene imposible siendo yo quien soy desde que no estás a mi lado.

Pero voy a atreverme a decirlo: ayer fui feliz sin limitaciones. Fui feliz incluso cuando uno de mis amigos me reñía por seguir enamorada de quien no debería (aunque sigo pensando que no hay razones más que para quererte, eso es lo que dice él), no me puse triste, aunque las lágrimas que me corrían por el rostro pudieran parecer lo contrario.

Le decía convencida que no sé cómo hacerlo, y me callé que esa tarde había sido feliz por primera vez desde que me dejó, gracias a ellos. Me repitió lo que se dice en esos casos, la típica retaila de que valgo mucho y blablabla, la diferencia es que ese amigo me conoce bien, y me lo decía enfadado de verdad, queriendo zarandearme para que el mensaje me calara más profundo, o por si con ello conseguía sacarte de mí. Porque me quiere. Y eso me ha hecho pensar que no tengo por qué enamorarme de nadie más, no tengo que estar con alguien, puedo quedarme como estoy, sin luchar contra el amor que siento por ti ni sufrir por él, simplemente saldré con mis amigos y seré feliz con ellos. Tremendamente feliz.